martes, 9 de diciembre de 2008

¿Qué es la Navidad y dónde se la encuentra?

(Escrito siguiendo la estructura y tono satírico que emplea Mariano José de Larra en su artículo "¿Quién es el público y dónde se le encuentra?" y utilizado para la clase de Crítica Teatral.)


Aprovechando la llegada de esta celebración anual, que a algunos encanta, a otros deja indiferente y no a pocos horroriza, el que les escribe se ha propuesto la ardua tarea de desentrañar el misterio que encierra tras sus siete letras un concepto tan abstracto como el de “Navidad”. Así pues, con la visión periférica activada y el resto de los sentidos alerta, yo, el señor Edward Bloom, escritor empírico, autor lógico y observador incesante, salgo a las calles madrileñas en busca de una respuesta que satisfaga tanto mis inquietudes como los ávidos deseos de mis lectores.

Y lo primero que me encuentro es luz. Sí, luz. Mucha luz. Cantidades ingentes de watios invertidos en dar color y alegría a nuestras avenidas y nuestros paseos. No es extraño observar innovadores diseños de luces parpadeantes, o carteles con mensajes que van mutando de imagen. ¡Así da gusto ver la ciudad! ¡Qué más da que en las aceras la gente pida si las calzadas están preciosas a reventar! Pero no sólo la luz está presente, también encontramos otros tantos elementos de tono jovial, destacando como apunte significativo el Papá Noel que escala ventanas, muy de moda en los últimos tiempos y los imperecederos y siempre efectivos petardos, los cuales han ido incrementando su potencial hasta llegar a un límite cercano al de la goma-2. Y tras frotarme los ojos ante tanto derroche decorativo puedo sacar la siguiente conclusión: La Navidad implica gasto energético, contaminación acústica y lumínica, ornamentación desmedida y unas grandes dosis de espíritu hortera.

Pero no contento con esta apreciación superficial decidí adentrarme en uno de los lugares más significativos de la Navidad, por no llamarlo directamente su templo: El Comercio. Y lo escribo con mayúsculas usando una palabra genérica porque en estas fechas poco importa el que elijamos para realizar nuestras compras. Todos comparten características comunes tales como la aglomeración de gente, el gasto económico al que incitan, el elevado número de decibelios y la sensación de velocidad que fluye en su interior. Y es que en Navidades todo es más caro, los productos son más difíciles de conseguir y la gente discute, corre y se enfada. Por no hablar de la actual tendencia a colocar puestos callejeros. Parece mentira que estemos en la época más fría del año. Como no tenemos suficiente con El Comercio, plantamos los comercitos (con minúsculas en esta ocasión) al aire libre, para que así de paso nos quedemos pajarito con la espera. De todo esto puede extraerse que la Navidad implica incomodidad, sumisión ante el mercado, consumismo, estrés y alteración de las personalidades de los ciudadanos.

Entender la Navidad sin asociarla a la palabra comida es imposible. Es obligatorio a lo largo de estas fechas mover la mandíbula constantemente. Pero añadiendo la condición de que los alimentos han de estar dotados de una indudable y contrastada calidad. Una buena mesa no puede estar desprovista de marisco, embutidos ibéricos, salmón, carnes (a ser posible pavo o cordero), cava, turrones, mazapanes y alcoholes varios. Y si no te gustan las uvas, da igual, al menos te comes doce. Pélalas o quítales los pipos, pero a ritmo de campanada han de ir una a una para dentro. Y si te desagrada el cava, da igual, al menos te mojas los labios mirando a los ojos a los demás cuando brindes no sea que te toquen siete años de mal sexo. Comprarse algo rojo para lucir ese día e introducir un anillo en la copa nunca están de más, por si las moscas... Tales son las tendencias relativas al mantel, de las cuales se puede extraer que la Navidad está asociada al exceso nutricional, al incremento de peso, a actos que atentan contra la salud e incluso a la incitación de tendencias a medio camino entre lo ritual y lo absurdo.

Es importante hacer mención a nuestros acompañantes durante estas fechas. Y es que la Navidad es una ocasión única para rodearte de aquellos a los que quieres. Por eso acabamos compartiendo el fin de año con aquel tío que nunca ves, con la prima a la que jamás llamas pues sus gustos son completamente opuestos a los tuyos y, si hay suerte, con un invitado ajeno a la familia traído por alguno de los anteriormente citados, que viene a aportar el toque de color y de novedad a tan insulsa velada. Importante: El villancico ha de sonar de fondo. Poco importa si eres un heavy de la vieja escuela, un bacaluti de los bajos de Argüelles o un amante de la bachata dominicana. El monótono “Campana sobre campana” nos lo sabemos todos y aunque nos espante el “Ande Ande” somos capaces de entonarlo a grito pelado. Es por eso por lo que me inclino a pensar que la Navidad implica hipocresía, sumisión, falta de personalidad y abandono de los principios.

Si encendemos nuestros televisores la mañana del 22 de Diciembre veremos a unos infantes a los que obligan a cantar números de manera monótona mientras un amplio conjunto de personas presta la máxima atención y sigue el recital sin parpadear como si se tratase de una ópera de Verdi. El 6 de Enero se repite el ritual escénico, esta vez desprovisto de canto pero con una expectación similar. Planteamiento, nudo y desenlace dignos de la más elaborada comedia de Shakespeare. No deben faltar jamás las imágenes televisivas posteriores de los agraciados, con la botella de champán de rigor, botando en la calle y entonando cánticos, así como el cartel en la puerta del establecimiento de la localidad afortunada en el que reza: “Gordo de Navidad. Vendido aquí”. Lo que me lleva a elaborar la siguiente pregunta: ¿Qué espera el propietario del establecimiento? ¿Que la gente le felicite? “Oh, señor, mi más sincera enhorabuena, tomó usted una sabia decisión poniendo a la venta el 35.786. Qué gusto más exquisito. Qué visión más acertada y profética.” De estos apuntes no puedo sino concluir que la Navidad incita a la explotación y humillación infantil, a la ludopatía y a la exaltación de virtudes inexistentes en los trabajadores.

Y tras toda esta serie de observaciones me queda una sensación de no saber a ciencia cierta qué es la Navidad. Podría remontarme a sus orígenes y decir que es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, pero eso no encaja con la cantidad de ateos o agnósticos que la celebran con reuniones, regalos y demás parafernalia. Ha de ser algo más. Podría catalogarla como un periodo temporal extensible desde el 22 de Diciembre (por aquello del pistoletazo de salida con el gordo de la lotería) hasta el 8 de Enero (dejando dos días de rigor para usar los presentes traídos por los Reyes Magos) pero la verdad es que desde el mes de Noviembre estamos siendo bombardeados con anuncios de juguetes, imágenes de árboles adornados, de calles repletas de nieve y como no, del señor de rojo, manteniéndose todas ellas hasta casi el mes de Febrero (digo yo que debe ser para enlazar directamente con San Valentín) con lo cual se me desmonta la hipótesis de la temporalidad. Debe tratarse de algo más genérico. Quizá podría aceptar la opción de que la Navidad es un periodo para hacer el bien, para ser generoso y llevar a cabo actos humanos, pero tras pararme a reflexionar ese pensamiento descubro que no me cuadra, pues los conflictos bélicos continúan en cada país, los robos se producen con mayor asiduidad y el “yo” sigue primando sobre el “tú”.

Es por eso por lo que la conclusión a la que yo, el señor Edward Bloom, he llegado es que la Navidad es un concepto completamente moldeable del que se puede coger lo que más le gusta a cada uno a cambio de soportar todas las otras cosas que les gustan a los demás. Algo que debería funcionar de acuerdo a un esquema sustentado en la tolerancia, y teniendo en cuenta que ese valor está completamente ausente en la sociedad de nuestros días (incluso en este artículo) no sería de extrañar que la Navidad vaya unida a la confrontación. Y, sin embargo, por un extraño motivo y aunque parezca completamente imposible tras leer estas líneas, estoy deseando que lleguen estas fiestas...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Ejercicio de Estilo 13...

Probablemente no entenderéis este post sin leer los anteriores sobre los Ejercicios de Estilo.

Para los que lo hayáis hecho, lo sé. Me he motivado. :)


13) CARRUSEL DEPORTIVO:

Buenas tardes, queridos oyentes, y bienvenidos al que sin duda será un grandísimo espectáculo. Tenemos con nosotros a Pepe. Pepe, ¿cómo ves el encuentro de hoy? Hola Paco, pues no puedo sino decirte que hoy tenemos todas las papeletas para presenciar momentos inolvidables, estoy convencido. El terreno está en perfecto estado y las gradas presentan un lleno hasta la bandera. Pero sin duda hay un claro protagonista hoy, por lo que aconsejo prestar especial atención al lateral derecho, uno de los fichajes de este año, procedente del Sparta de Praga como bien denota su sombrero de la Bohemia checa. Es muy habilidoso y goza de una gran flexibilidad sobre todo en la zona del cuello a la hora de rematar de cabeza... Lo tendremos en cuenta Pepe, pero he de cortarte porque ¡empieza la primera parte! ¡Coronita!, ¡uh! ¡Coronita! ¡uh! ¡Coronitaaaa! ¡uuuuh! Comienza el movimiento en el terreno de juego. Entramos en una primera fase de tanteo. Sin duda ninguno de los bandos quiere desplegar tan pronto todas sus armas... a pesar de ello la posesión refleja un 60% frente a un 40% favorable al equipo local. Pero atención, Pepe, atención a esa jugada de contragolpe, se va de uno, se va de dos, continúa mientras dribla a un tercero. El rival está dificultándole la movilidad achicando espacios a la perfección. Sigue por la banda, hace la bicicleta, y ¡qué fantástico caño! Está a punto de encarar la puerta, pero... ¡Madre mía! ¡Eso ha sido un empujón en toda regla!... Efectivamente Paco, se ha desentendido por completo de la jugada y ha ido a cazarle. ¡Y vaya si le ha cazado! Pero, cuidado porque el objetivo de la falta comienza a protestar... ¡Y no le falta razón, Pepe! ¡Ha sacado la segadora! !La – se – ga – do – ra! Parece que el trencilla no se está tomando bien la protesta. Veamos si sanciona o no la jugada, Paco. Se lleva la mano al bolsillo y... ¡Amarilla! ¡Amarilla al defensor! Es un chaval muy joven, es bueno, pero le falta experiencia. Efectivamente, Pepe, ha pecado de ingenuidad, se ha llevado cartulina y además le han cogido la matrícula para la próxima... Sin embargo, Paco, el colegiado aprovecha la circunstancia y pita el final de la primera parte. Y allá va nuestro hombre, el autor de la jugada más peligrosa de la tarde, saliendo rápidamente del terreno y sentándose en el banquillo. Quizá aproveche la circunstancia para descansar y fumarse un purito Dux... ¡Pepe, un purito! ¡Pepe, un purito! ¡Pepe, un puritooooo! No hay tiempo para eso, Paco, porque los jugadores salen del túnel de vestuarios y comienza la segunda parte de esta contienda en la que todavía nadie ha estrenado el marcador. Ha habido cambios en el equipo visitante, Pepe, se ha marchado el joven autor de la escalofriante falta y ha entrado el más veterano de la escuadra, un líbero muy elegante tanto en la definición como dando órdenes sobre el terreno de juego. ¡Y precisamente es él quien ha cometido una acción infantil! ¡Mano! ¡Mano! Le ha señalado con la mano al delantero en la solapa cometiendo un gravísimo penalty. Veamos si aprovecha esta circunstancia, nuestro delantero y sentencia el choque, Paco,... allá va... Mira fijamente al infractor, se detiene, coge carrerilla con el cuello y comienza a descender lentamente la mirada, se fija, lo observa, se da cuenta, sí, se ha dado cuenta, es un, es un, es un... ¡Botoooooooooón! ¡Botoooooooooón! ¡Botoooooooooooooooooooooón! ¡En el mismísimo centro de su chaquetaaaaaaa!. Se estrena el electrónico en la catedral de la Casa de Vacas del Retiro con un botonazo de libro. Lo anota el hombre de cuello largo, lo anota el más listo de la clase, Pepe, y echa a correr para celebrarlo. ¡Se ha puesto la chaqueta en la cabeza y planea haciendo el avioncito! ¡Cuidado! ¡Se ha caído al estanque, Pepe! ¡Es increíble! Vaya botón, Paco, y vaya celebración. Inolvidable.

Epigramas Instantáneos

Hoy en Taller de Teatro Clásico nos han puesto a componer epigramas en unos pocos minutos. Aquí está el resultado de ese momento:


Si vas ligera de ropa
y paras en las esquinas
no te extrañe que pregunte
“¿Cuánto un completo, minina?”



Si a tu hijo le castigas
con excesivos azotes
cuando seas viejo chocho
no le pidas que te arrope



Tu intermitente te sobra
cuando cambias de carril
y ahora tu coche se abolla
al chocarte contra mí

miércoles, 3 de diciembre de 2008

(Mis) Ejercicios de Estilo

Aquí están mis versiones de los doce estilos que he escogido del libro de Queneau (Notaciones y los dos puntos de vista subjetivos eran obligatorios) para el trabajo de Teoría y Práctica Dramatúrgica. El viernes tengo que presentar el decimotercero (que será un estilo ideado por mí, ya sin coger ninguno de los del libro) y después ya iremos pensando en la puesta en escena. Espero que los disfrutéis tanto como lo he hecho yo escribiéndolos.

Nota: El estilo Logo-Rally consiste en incluir en la narración siete palabras que previamente he sacado al azar de un periódico.


1) NOTACIONES:

En un vagón de metro de la línea 1, a una hora concurrida. Un chico cercano a la treintena, con sombrero de aspecto bohemio y un cuello desproporcionadamente largo. La gente se apea del compartimento. El chaval revela su enfado con el hombre que está a su lado. Asegura que le empuja cada vez que entra o sale alguien. Se muestra quejicoso a la vez que inflexible. En cuanto ve un asiento vacío, se abalanza sobre él.
Al cabo de dos horas me cruzo con el mismo individuo en la Casa de Vacas del Retiro, al lado del estanque. Dialoga con un amigo que le comenta: “Estaría bien que le añadieras un botón a tu cazadora”. Señala el lugar concreto y explica sus motivos.


2) PUNTO DE VISTA SUBJETIVO I:

Me había levantado con un humor especialmente bueno aquella mañana. Quizá el hecho de estrenar un sombrero que se ajustaba como un guante con mi ideología ayudaba a esta circunstancia. ¡Por no hablar de lo bien que combinaba con mi cazadora favorita! Estaba tan contento que, al llegar a la Casa de Vacas del Retiro, ni siquiera Miguel y sus desacertados comentarios sobre la ausencia de un botón en mi adorada prenda, consiguieron fastidiarme el día. Lo cual tiene un mérito especial teniendo en cuenta que un par de horas antes había tenido un desagradable encuentro con un niñato insolente que no paraba de empujarme cuando había movimiento en el metro. Y es que, si no fuera por el tráfico y mi respeto a la puntualidad, jamás me rebajaría a usar esos transportes propios de gente baja.


3) PUNTO DE VISTA SUBJETIVO II:

Pues estaba hoy en el metro, apiñado como siempre, vamos... y resulta que me toca al lado, ¡joder!, el típico capullo estirado. Y digo estirado no sólo por su kilométrico cuello sino por los aires de gilipollas pedante intelectual que se daba... no había más que ver el sombrero que se marcaba para pillar lo que digo... El caso es que el notas no paraba de quejarse y poner caretos chungos, por eso, cada vez que entraba o salía la peña, aprovechaba y le metía con el codo en el pecho. Al final se cagó vivo y salió por patas a un sitio que se quedaba libre. Tuvo suerte el pringao porque ya estaba a punto de arrancarle algún botón de su chaqueta... aunque viendo como la tenía no hubiera sido el primero que lo hiciera.


4) EXCLAMACIONES:

¡Qué follón! ¡Esto está lleno! ¡Y quedan todavía cinco paradas! ¡Mira ése que tieso! ¡Y qué sombrero! ¡Dónde está el cuerpo! ¡Ja, ja, ja! ¡Debajo de ese cacho de cuello! ¡Qué exceso! ¡Huy! ¡Qué de movimiento! ¡Él también lo nota! ¡Cómo se queja el tío! ¡Un empujón, dice! ¡Sin respuesta! ¡No da su brazo a torcer! ¡Y el otro impasible! ¡Y que le ha vuelto a hacer lo mismo! ¡Al final acaban a ostias! ¡Bueno, bueno bueno! ¡Se ha ido derechito a la otra punta! ¡A coger un hueco! ¡Qué avispado! ¡Pero se le sigue viendo el cuello aunque esté sentado!
¡No me lo puedo creer! ¡Es el mismo tipo! ¡Esto es de coña! ¡Que sí! ¡Que está ahí! ¡Ahí, al lado del estanque! ¡Y con un amigo! ¡El tío tiene amigos! ¡Le comenta algo! ¡Un consejo! ¡Le ha dicho lo del botón! ¡El que le falta a la cazadora! ¡Si es que saltaba a la vista! ¡Qué cuello! ¡Ja, ja,ja!


5) SONETO:

Una mañana cualquiera en el metro
Especímenes que el destino junta
Uno se queja, molesto, y barrunta
Mientras atento en sus mentes penetro

Cuello alargado y aires de retro
Pedante que con mil cremas se unta
Se queja de otro que con la punta
Del codo le da pinchazos de cetro

Queda vacío de pronto un sillón
Lo ocupa con un intrépido giro
Y abandona su lamento llorón

Tras dos horas con un tío lo miro
Que le indica la falta de un botón
En la Casa de Vacas del Retiro


6) COMEDIA:

ACTO I:

(Un vagón de metro. Gente apretada. Suena una voz megafónica “Din, don, din, próxima estación: Cuatro Caminos” Un HOMBRE SUDAMERICANO que lleva un instrumento de viento se adelanta.)

HOMBRE. SUD: Un poco de música para amenizar la mañana.

(Mientras el HOMBRE SUDAMERICANO toca, el metro llega a la parada. Entra y sale gente del vagón)

ACTO II:

(El mismo vagón. En escena, rodeado de mucha gente se distingue a HOMBRE 1, estirado, de cuello largo, treintañero y con sombrero de aspecto bohemio. A su lado CHICO JOVEN le golpea ante el movimiento de gente.)

HOMBRE 1: Disculpe, tengo la impresión de que cada vez que entra o sale alguien me clava el codo en las costillas; y ya he llegado a pensar que lo hace de manera intencionada. Le rogaría que respetara un poco más mi espacio, joven.

(CHICO JOVEN mira para otro lado. Al cabo de un rato se repite el golpe en las costillas.)

HOMBRE 1: ¡Será posible! ¡Se puede saber en qué está pensando! ¡Como siga con...

(En ese instante vuelve a bajar gente y se queda un sitio libre.)

HOMBRE 1: ¡Menos mal! ¡Un sitio! (Pasando entre la gente) Disculpe, disculpe, lo siento, si me perdona...

(HOMBRE 1 se sienta en el asiento vacío.)

ACTO III:


(Casa de Vacas del Retiro, en su lado más próximo al estanque. HOMBRE 1 se encuentra en mitad de una conversación con HOMBRE 2.)

HOMBRE 2: Me parece que a esa chaqueta, querido amigo, le falta un botón en la parte superior. ¿Has pensado en añadírselo?

(Entra en escena VIAJERO.)

VIAJERO: Ya son casualidades de la vida. El hombre del vagón de esta mañana. Podría utilizar este peculiar suceso para el ejercicio de la clase de Julio Escalada.


7) NOMBRES PROPIOS:

Estaba tan Félix a la salida del Alba aquel Marte en el que pegaba Lorenzo porque tenía la Esperanza de coger pronto la barca de Caronte. Yo, Prudencio, entré en aquella Selva Negra y vi al mismísimo Zeus lanzando rayos sobre Juventino. El cuello de Mr. Fantástico contra la quietud de Pedro. Dominado por las Angustias, emuló a Carl Lewis y se apoderó, ¡Jesús qué Prisa!, de un asiento con la fuerza de un Leo para estar más Agustín. Después del Curro, en el Ecuador del día, veo al mismo Ser junto al primo de Versace, el cual no le lanza ningún Eulogio. La cosa está Clara. La falta algo a su Inmaculada chaqueta. Juan le decía a Diego que se añadiera un Botto. Y es que ahí tenía un buen Tajo.


8) GEOMÉTRICO:

Un trapezoide de revolución se desplaza sobre un ángulo de 3º 45' respecto a la horizontal a la velocidad de 45 Km/h. Comienza un proceso de desaceleración hasta llegar a la posición de reposo. En ese instante un sólido de 72 Kg se introduce en el volumen desplazando el centro de masas del sistema 3 centímetros en la dirección x2 + y = 3/5. Un conjunto de elementos compuesto de esfera, cilindro y ovoide emite una señal acústica que se rige por la ecuación x(t) = sen (πt/3) para acabar ejecutando un movimiento armónico simple que neutraliza la tensión ejercida en sentido contrario. 1 hora, 58 minutos, 18 segundos y 3 décimas más tarde, el mismo elemento se dispone de forma simétrica a otro de las mismas características que indica con sus vectores un punto vacío dentro de sus coordenadas.


9) ANTONÍMICO:

En un teleférico prácticamente vacío bajo el nuboso manto de una invernal noche. Una anciana calva y con menos cuello que un muñeco de nieve. Se posan animales sobre la cabina del vehículo. La anciana se muestra desbordante de alegría y besa efusivamente en los labios a un bebé recién nacido que se encuentra sentado en el asiento más alejado del compartimento. Asegura que el pequeño le hace mimos y carantoñas desde la lejanía. Muestra una actitud tierna a la vez que protectora. Termina haciendo el pino sobre el tercer tripulante de la cabina en el mismo instante en el que éste se sienta sobre uno de los tantos huecos libres.
Otro día, dos horas antes, junto a la Sagrada Familia de Barcelona, la anciana mantenía una pelea de taekwondo con un completo desconocido que, entre golpe y golpe, se callaba la teoría de que a sus bragas les sobraba un botón.


10) FANTASMAGÓRICO:

La niebla se había infiltrado aquella mañana en las entrañas de la tierra y resultaba especialmente difícil reconocer las figuras apelotonadas en el estrecho vagón. El convoy se encontraba fuera de control en un viaje con rumbo a ninguna parte y hacía chirriar los raíles del subsuelo. Nadie sospechaba que, entre los mortales humanos de miradas perdidas, se había infiltrado una presencia indeseada. Como si se tratase de la mismísima encarnación del maligno, aquel ente espectral emitió un sonido gutural digno de piscofonía del Palacio de Linares que provocó un estremecimiento colectivo en el resto de los viajeros del infernal vehículo. Tras otra pavorosa exclamación, el ser de tez pálida y cuello con espacio para trescientas mordeduras vampíricas se desplazó levitando sobre el suelo mientras atravesaba a aquellos que se encontraban en su trayectoria como si estuvieran desprovistos de masa corpórea. El vuelo terminó cuando consiguió ocupar el trono cadavérico que se elevaba ante él. La inmovilidad se hizo patente en el compartimento. Las respiraciones entrecortadas de los usuarios se acompasaban y respondían al estado de estupor y desconcierto generado por aquel espíritu indescriptible. El suceso paranormal no terminó hasta que aquella diabólica manifestación arrancó todos los botones de las camisas, blusas y pantalones de los atónitos viajeros. Cuando finalmente encontró uno que era de su agrado, se lo guardó bajo la solapa y se retiró murmurando “Ya tengo botón... Ya tengo botón...”


11) LOGO – RALLYE:

(Policía, construcción, intervenciones, olvidar, años, espiritualidad, ambigüedad)

Me encontraba entretenido aquella mañana en el andén, viendo cómo un miembro de la policía se hacía el despistado ante un vendedor de películas pirata, cuando advertí la llegada del metro. Una vez dentro pude escuchar las lamentaciones de un joven que no paraba de quejarse de los empujones de su vecino y que requería una construcción de los vagones más holgada. Tras otro par de exaltadas intervenciones, el muchacho corrió a sentarse a un asiento que quedó vacío. Instaurada esta nueva situación, el tipo pareció olvidar los desafortunados incidentes anteriores y se mostró satisfecho con el cambio. Sensación compartida por, el anteriormente objetivo de sus lamentaciones, un adolescente de unos dieciséis años.
Podría llamarlo casualidad, fruto del destino, designio de los dioses o resultado de una conexión sináptica de elevada espiritualidad, pero la realidad es que dos horas más tarde me encontré al mismo sujeto frente a la Casa de Vacas del Retiro, charlando con un amigo que destacaba la feminidad de su chaqueta a la vez que le aconsejaba añadirse un botón en la parte superior para eliminar cualquier rasgo de ambigüedad en su estética.


12) INESPERADO:

Allí estaban reunidos los cuatro amigos, Róber, David, Julio y Dani, preparándose para la timba de póker cuando llamaron al telefonillo. Róber se dirigió al aparato y contestó.

- ¿Sí?

Apretó el botón del cacharro y volvió a la mesa en la que las fichas ya estaban dispuestas.

- ¿Era Javi? - preguntó Julio.
- Sí - respondió Róber.
- Media hora tarde - apostilló David.
- No es habitual en él - añadió Róber.

Al cabo de un minuto, Javi llamaba a la puerta y Róber le permitía pasar. Venía sofocado. Dani se puso nervioso y derribó los cinco montones de fichas por el suelo. Se agachó a recogerlas y Javi, sin darse cuenta de su presencia, aprovechó la circunstancia para empezar a hablar.

- Siento la tardanza, pero hoy me ha ocurrido algo muy curioso.
- ¿El qué? Si puede saberse... - preguntó Julio.
- Iba en el metro esta mañana...
- ¿En que línea? - interrumpió David.
- En la 1.
- Buf, esa se pone fatal de gente - Replicó David.
- Lo sé - verificó Javi - íbamos hasta los topes.
- ¡Qué infierno! ¡Por eso voy en coche! - manifestó Róber.
- El caso es que me dio por fijarme en un tipo peculiar.
- ¿Peculiar? - peguntó Julio.
- Sí, tenía un cuello larguísimo y un sombrero de esos de artista loco.
- ¿Y qué pasó? - dijo David interesado.
- Se quejaba todo el rato de que le empujaban y un adolescente que iba al lado pagó el pato.
- Pobre chaval, seguro que no había hecho nada - comentó Róber.
- ¿Y qué pasó luego? - inquirió Julio, el cual estaba molesto ante tanta interrupción.
- El muy cínico vio que se levantaba un tipo para bajarse y salió disparado a sentarse en su asiento. Entonces dejó de poner malas caras.

Hubo un breve silencio en la narración, el cual fue roto por el siguiente comentario de David.

- Bueno, Javi, eso tampoco tiene mucho de especial, ¿no crees?
- Es que lo curioso sucedió luego - añadió Javi con aire misterioso.
- ¿Cuándo? - preguntó Julio.
- Un par de horas después, cuando me lo volví a cruzar.
- ¡No puede ser! ¿Dónde? - exclamó Julio más excitado.
- En la Casa de Vacas del Retiro, al ladito mismo del estanque.
- ¿Qué hacía allí? - dijo Róber
- No lo sé, simplemente estaba con otro tipo, dialogando.
- ¿Sobre qué? - formuló David, cuyo interés había crecido a la par que el del resto.
- Por lo que alcancé a escuchar debía tratarse de algo de un botón en la cazadora...
- El mundo es un pañuelo - dijo Róber sentencioso.
- Ya te cuento. Por cierto, ¿por qué hay cinco sillas? Pensé que sólo jugábamos nosotros cuatro.
- Me he traído un amigo - respondió Julio.
- ¿Y dónde está?

En ese momento Dani terminó de recoger las fichas del suelo y asomó su cabeza y su extenso cuello por el otro lado de la mesa.

- Aquí mismo. Y espero que no te moleste que un hombre sin botón en la cazadora te deje sin blanca.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Lewis Carroll

Esta vez en Crítica Teatral el perfil que teníamos que escribir debía ser de alguien conocido. Y, como no, lo escogí a él...



Charles Lutwidge Dodgson nació en Daresbury, en el condado de Chesire, en 1832. Con antepasados militares y eclesiásticos, fue el tercero de once hermanos. Zurdo, tartamudo y con problemas de sordera, su infancia no resultó nada sencilla. Estudió en la escuela de Rugby hasta 1850, y posteriormente en la Universidad de Oxford, donde acabó ganando un puesto como profesor de matemáticas en 1857 que mantuvo hasta 1883. Tiene la autoría de algunos tratados sobre la materia como “El Juego de la Lógica” (1876) o “Euclides y sus Rivales Modernos” (1885). Esta época universitaria coincide con la ordenación de Carroll como diácono en 1861 y con el descubrimiento de otra de sus pasiones, la fotografía, actividad que cultivará hasta 1880. Su carrera literaria comenzó entre los años 1854 y 1856 con publicaciones humorísticas en revistas como The Comic Times o The Train. En 1856 publica su primer poema “Solitude”, escrito pionero en ser firmado con el seudónimo que hoy conocemos. Su trato cercano con los niños y su interés por los cuentos le condujeron a escribir su obra más reconocida, “Alicia en el País de las Maravillas” (1865) inspirada en la persona de Alice Liddell, hija de un deán con el que Carroll mantuvo amistad. A este texto le siguieron “Alicia a Través del Espejo” (1871), “La Caza del Snark” (1876) y “Silvia y Bruno”, esta última recogida en dos volúmenes escritos en 1889 y 1893 respectivamente. La obra de este autor que falleció en 1898, está plagada de elementos lógicos, juegos de palabras y atmósferas oníricas que logran capturar a un público más extenso que el meramente infantil.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Epigrama

El epigrama, género que a veces se agrupa junto con la poesía lírica, como un subgénero de ésta, incluye las composiciones poéticas breves (generalmente entre dos y seis versos) en las que se expresa un pensamiento festivo o burlesco.

El epigrama literario alcanzó su más alta cima con Marco Valerio Marcial (40 d.C-104), que lo cultivó en exclusiva y estableció las características que hoy sirven para definirlo, superando con creces a los autores griegos. Aquí os adjunto una imagen del mismo:



Se supone que el epigrama es algo bastante contundente y mordaz a la vez que escueto. Últimamente tanto en Crítica Teatral como en Taller de Teatro Clásico nos han pedido que escribamos un epigrama...

Y éste es el mío:

"No paras de repetir
Que este lugar huele a mierda
Y yo ya no sé si ignoras
O no te quieres dar cuenta
De que ese hedor se produce
Al estar tu boca abierta"

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ejercicios de Estilo

Aunque a muchos nos venga a la mente el nombre de uno de los juegos que hacemos en nuestros espectáculos de impro, en esta ocasión hablo de algo distinto que voy a pasar a contaros.

Pero antes debo hacer referencia, a modo de presentación rápida y superficial, a todo un personaje.



Raymond Queneau (1903-1976) es un escritor y matemático francés con una amplia obra literaria que cultivó distintos géneros como la novela, la poesía, el guión cinematográfico y la escritura periodística. Cercano a las ideas surrealistas y apasionado por lo esotérico, es principalmente conocido por fundar en 1960 OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), grupo que preconizaba la reintroducción del concepto de coerción formal como los lipogramas o las estructuras matemáticas en la creación literaria, y cuya intención era explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura. En este grupo destacan otros nombres como Italo Calvino o George Pérec. Uno de sus escritos más reconocidos de esta etapa es el que da título a este post, "Ejercicios de Estilo". Básicamente Queneau, escribe un primer texto, al que bautiza "Notaciones", sobre un hecho completamente cotidiano que no tiene nada de especial. El libro consiste en 99 repeticiones de dicho texto, aplicando a cada una de ellas un género literario o una condición determinada.



Os adjunto aquí el "Notaciones" original para que veais de qué hablo. (Si queréis saber a qué conduce todo esto al final del post hay una explicación)


Notaciones

En el S, a una hora de tráfico. Un tipo de unos veintiséis años, sombrero de fieltro con cordón en lugar de cinta, cuello muy largo como si se lo hubiesen estirado. La gente baja. El tipo en cuestión se enfada con un vecino. Le reprocha que lo empuje cada vez que pasa alguien. Tono llorón que se las da de duro. Al ver un sitio libre, se precipita sobre él.
Dos horas más tarde, lo encuentro en la plaza de Roma, delante de la estación de Saint-Lazare. Está con un compañero que le dice: "Deberías hacerte poner un botón más en el abrigo." Le indica dónde (en el escote) y por qué.


Y aquí os pongo algunas de las 99 variaciones que tiene el libro...


Relato

Una mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un
personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían o bajaban viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre un sitio que había quedado libre. Dos horas más tarde, volví a verlo delante de la estación de Saint-Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente.


Vacilaciones

No sé muy bien dónde ocurría aquello... ¿en una iglesia, en un cubo de la basura, en un osario? ¿Quizás en un autobús? Había allí... pero, ¿qué había allí? ¿Huevos, alfombras, rábanos? ¿Esqueletos? Sí, pero con su carne aún alrededor, y vivos. Sí, me parece que era eso. Gente en un autobús. Pero había uno (¿o dos?) que se hacía notar, no sé muy bien por qué. ¿Por su megalomanía? ¿Por su adiposidad? ¿Por su melancolía? No, mejor... más exactamente... por su juventud, adornada con un largo... ¿narigón? ¿mentón? ¿pulgar? No: cuello; y por un sombrero extraño, extraño, extraño. Se puso a pelear -sí, eso es-, sin duda con otro viajero (¿hombre o mujer?, ¿niño o viejo?) Luego eso se acabó, concluyó acabándose de alguna forma, probablemente con la huida de uno de los dos adversarios.
Estoy casi seguro de que es ese mismo personaje el que me volví a encontrar,
pero ¿dónde? ¿Delante de una iglesia? ¿Delante de un osario? ¿Delante de un
cubo de la basura? Con un compañero que debía de estar hablándole de alguna cosa, pero ¿de qué? ¿De qué? ¿De qué?


Retrógrado

Te deberías añadir un botón en el abrigo, le dice su amigo. Me lo encontré en
medio de la plaza de Roma, después de haberlo dejado cundo se precipitaba con avidez sobre un asiento. Acababa de protestar por el empujón de otro viajero que, según él, le atropellaba cada vez que bajaba alguien. Este descarnado joven era portador de un sombrero ridículo. Eso ocurrió en la plataforma de un S completo aquel mediodía.


Punto de vista subjetivo

No estaba descontento con mi vestimenta, precisamente hoy. Estrenaba un
sombrero nuevo, bastante chulo, y un abrigo que me parecía pero que muy bien. Me encuentro a X delante de la estación de Saint-Lazare, el cual intenta aguarme la fiesta tratando de demostrarme que el abrigo es muy escotado y que debería añadirle un botón más. Aunque, menos mal que no se ha atrevido a meterse con mi gorro.
Poco antes había reñido de lo lindo a una especie de patán que me empujaba
adrede como un bruto cada vez que el personal pasaba, al bajar o al subir. Eso
ocurría en uno de esos inmundos autobuses que se llenan de populacho
precisamente a las horas en que debo dignarme a utilizarlos.


Otro punto de vista subjetivo

Había hoy en el autobús, a mi lado, en la plataforma, uno de esos mocosos de los que no abundan afortunadamente porque si no, acabaría por matar a uno. Aquél, un muchacho de unos veintiséis o treinta años, me irritaba especialmente, no tanto a causa de su largo cuello de pavo desplumado como por la clase de cinta de su sombrero, cinta reducida a una especie de cordón de color morado. ¡Jo!, ¡el cabrón! ¡Cómo me cargaba! Como a esa hora había mucha gente en nuestro autobús, aprovechaba los empujones de costumbre a las subidas o bajadas para hincarle el codo en las costillas. Acabó por largarse cobardemente antes de que o me decidiera a pisotearle un poco los pinreles para jorobarlo. También le hubiera dicho, para fastidiarlo, que a su abrigo demasiado escotado le faltaba un botón.


Propaganda editorial

En su nueva novela, tratada con el talento que le caracteriza, el célebre novelista X, a quien debemos ya tantas obras maestras, se ha esmerado en presentar únicamente personajes muy matizados que se mueven en una atmósfera comprensible para todos, grandes y chicos. La intriga gira, pues, en torno al encuentro en un autobús del héroe de esta historia con un personaje bastante enigmático que se pelea con el primero que llega. En el episodio final, se ve a ese misterioso individuo escuchando con la mayor atención los consejos de un amigo, modelo de elegancia. El conjunto produce una sensación encantadora que el novelista X ha cincelado con notable fortuna.


Ignorancia

Yo, no sé qué quieren de mí. Pues sí, he cogido el S hacia mediodía. ¿Que si
había gente? A esa hora, por supuesto. ¿Un joven con sombrero de fieltro? Es
muy posible. Aunque yo no miro descaradamente a la gente. Me importa un pito ¿Una especie de galón trenzado? ¿Alrededor del sombrero? Comprendo, una curiosidad como otra cualquiera, pero, desde luego, no me fijo en eso. Un galón trenzado... ¿y se habría peleado con otro señor? Cosas que pasan.
Y, además, ¿tendría que haberlo vuelto a ver otra vez una o dos horas más tarde?
¿Por qué no? Hay cosas aún más raras en la vida. Precisamente, recuerdo que mi padre me contaba a menudo que...


Versos libres

El autobús
lleno
el corazón
vacío
el cuello
largo
el cordón
trenzado
los pies
planos y aplanados
el sitio
vacío
y el inesperado encuentro junto a la estación de mil luces apagadas
del corazón, del cuello, del cordón, de los pies,
del sitio vacío
y de un botón.


Amanerado

Eran los aledaños de un julio meridiano. El sol reinaba con todo su esplendor
sobre el horizonte de múltiples ubres. El asfalto palpitaba dulcemente, exhalando ese tierno aroma de alquitrán que origina en los cancerosos ideas a la par pueriles y corrosivas sobre el origen de sus dolencias. Un autobús, de librea verde y blanca, blasonado con una enigmática S, vino a recoger, junto al parque Monceau, un pequeño pero agraciado lote de viajeros candidatos a los húmedos confines de la disolución sudorípara. En la plataforma trasera de esta obra maestra de la industria automovilística francesa contemporánea, donde se amontonaban los transbordados como sardinas en lata, un pillastre que frisaba la treintena y que llevaba, entre un cuello de una longitud cuasi serpentina y un sombrero cercado por un cordoncillo, una cabeza tan sin gracia como plúmbea, alzó la voz para lamentarse, con amargura no fingida y que parecía emanar de un frasco de genciana, o de cualquier otro líquido de propiedades semejantes, de un fenómeno consistente en empujones reiterados que, según él, tenían como causante a un cousuario presente hic et nunc de la S. T. C. R. P. y le dio a su lamento el tono agrio de un viejo vicario que se hace pellizcar el trasero en un mingitorio y que, por excepción, no le apetece en absoluto tal delicadeza y no entra por uvas. Pero, al descubrir un sitio libre, se lanza en pos de él.
Más tarde, cuando el sol había bajado ya algunos peldaños de la monumental
escalera de su parada ce- leste, y cuando de nuevo me hacía vehicular por otro
autobús de la misma línea, observé al mismo personaje descrito anteriormente
moviéndose en la plaza de Roma de forma peripatética en compañía de un
individuo eiusdem estofae que le daba, en esta plaza consagrada a la circulación automovilística, consejos de una elegancia tal que no iba más allá de un botón.


Filosófico

Sólo las grandes ciudades pueden presentar a la espiritualidad fenomenológica las esencialidades de las coincidencias temporales e improbabilísticas. El filósofo que sube a veces en la inexistencialidad fútil y utilitaria de un autobús S puede percibir en él con la lucidez de su ojo pineal las apariencias fugitivas y decoloradas de una conciencia profana afligida por el largo cuello de la vanidad y por la trenza sombreril de la ignorancia. Esta materia sin verdadera entelequia se lanza a veces con el imperativo categórico de su impulso vital y recriminatorio contra la irrealidad neoberkeleyana de un mecanismo corporal inapesadumbrado de conciencia. Esta actitud moral arrastra al más incosciente de los dos hacia una espacialidad vacía donde se descompone en sus átomos elementales y ganchudos.
La indagación filosófica prosigue normalmente con el encuentro fortuito pero
anagógico del mismo ser acompañado de su réplica inesencial y costurera, la cual le aconseja nouménicamente transponer al plano del intelecto el concepto de abrigo situado sociológicamente demasiado bajo.


Modern Style

En un ómnibus, una mañana, hacia mediodía, me fue dado asistir a la pequeña
tragicomedia siguiente. Un petimetre, aquejado de un largo cuello, y, cosa extraña con un cordoncillo alrededor del bombín (moda que hace furor, pero que yo repruebo), pretextando de pronto una gran prisa, interpeló a su vecino con una arrogancia que disimulaba mal un carácter probable- mente pusilánime y lo acusó de pisotearle de forma sistemática sus escarpines de charol cada vez que subían o bajaban damas o caballeros dirigiéndose a la puerta de Champerret. Pero el gomoso no aguardó en absoluto una contestación que sin duda le hubiese llevado al campo del honor y trepó raudo a la imperial donde le esperaba un sitio libre, pues uno de los ocupantes de nuestro vehículo acababa de posar su pie sobre el blando asfalto de la calzada de la plaza Pereire.
Dos horas más tarde, al encontrarme sobre la misma imperial, observé al
pisaverde del que os acabo de hablar, que parecía disfrutar sobremanera con la conversación de un joven currutaco que le daba consejos superchic sobre la forma de llevar la esclavina en sociedad.


Injurioso

Tras una espera repugnante bajo un sol inaguantable, acabé subiendo en un
autobús inmundo infesta- do por una pandilla de imbéciles. El más imbécil de
estos imbéciles era un granuja con el gañote desmedido que exhibía un güito
grotesco con un cordón en lugar de cinta. Este chuleta se puso a gruñir porque un viejo chocho le pisoteaba los pinreles con un furor senil; pero enseguida se arrugó largándose a un sitio va- do todavía húmedo del sudor de las nalgas de su anterior ocupante.
Dos horas más tarde, qué mala pata, me tropiezo con el mismo imbécil que
charra con otro imbécil de- lante de ese asqueroso monumento llamado la
estación de Saint-Lazare. Parloteaban a propósito de un botón. Me digo: aunque se suba o se baje el forúnculo, mona se quedará, el muy requeteimbécil.


Distingo

Por la mañana (y no por Ana la maña) viajaba en la plataforma (pero no formaba en la vieja plata) del autobús (no confundir con el alto obús), y como estaba llena (no me como esta ballena) la masa chocaba (y no la más achochada). Entonces un jovencito (y no cito un joven) extravagante (no vago estragante) se dirigió (aunque no digirió) a un sujeto (pero no atado) pacífico (no Atlántico) enojándose (no desojándose) porque éste (no Oeste) le pisaba el pie (no le pispaba el bies).
Al cabo del rato (y no al rabo del gato) yo vi al tonto (no llovía a lo tonto) en San
Lázaro (no el de Tormes) conversando con un amigo (no amigando con un
converso) más meticuloso (mas no supositorio) en temas de indumento (y no
mento más té hindú).


Lítote (atenuando)

Eramos unos cuantos que nos desplazábamos juntos. Un joven, que no tenía pinta de inteligente, habló unos instantes con un señor que se encontraba a su lado; después, fue a sentarse. Dos horas más tarde, me lo encontré de nuevo; estaba en compañía de un amigo y hablaba de trapos.


Metafóricamente

En el centro del día, tirado en el montón de sardinas viajeras de un coleóptero de abdomen blancuzco, un pollo de largo cuello desplumado arengó de pronto a una, tranquila, de entre ellas, y su lenguaje se desplegó por los aires, húmedo de protesta. Después, atraído por un vacío, el pajarito se precipitó sobre él.
En un triste desierto urbano, volví a verlo el mismo día, mientras se dejaba poner las peras al cuarto a causa de un botón cualquiera.


Sorpresa

¡Lo apretado que íbamos en aquella plataforma de autobús!¡Y lo tonta y ridícula que tenía la pinta aquel chico!¿Y qué se le ocurre hacer?¡Hete aquí que le da por querer reñir con un hombre que -¡pretendía el tal galancete!- lo empujaba!¡Y luego no encuentra nada mejor que hacer que ir rápido a ocupar un sitio libre!¡En vez de cedérselo a una señora!
Dos horas después, ¿Adivinan a quién me encuentro delante de la estación de Saint-Lazare? ¡El mismo pisaverde!¡Mientras recibía consejos sobre indumentaria!¡De un compañero!
¡Como para no creérselo!



A los que hayáis llegado (o hayáis bajado directamente) hasta aquí aprovecho para deciros que en clase de Teoría y Práctica Dramatúrgica estamos enfrascados en un proyecto en el que tenemos que elaborar nuestro propio "Notaciones" a partir de unas muy ligeras variaciones del original, haciéndolo más cercano a nuestras vivencias. Una vez lo tengamos escrito realizaremos 12 variaciones de nuestro texto escogiendo 11 estilos del libro y uno que nos inventemos. El último paso será realizar una propuesta de montaje, englobando vestuarios, iluminación, número de actores, diseños de escenografía, maquillajes, programas de mano, publicidad, etc...

Tiene pinta de que nos vamos a divertir, y quién sabe si luego hasta se podrá montar...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

La Escena Horadada

Otro ejercicio de Escritura Dramática que hicimos hace aproximadamente un mes. En esta ocasión no se trataba de escritura instantánea, sino de hacerlo en casa. Se nos entregaba un texto bastante ambiguo que era común para todos, consistiendo únicamente en las réplicas de los dos personajes, A y B. Nuestro trabajo fue el de incluir las acotaciones de la escena y, si queríamos (yo quise), añadir al final una réplica más por parte de uno de los personajes.

Éste fue el resultado:

(B está sentada en una mesa de un McDonalds. Aparece A con una bandeja trayendo comida. Se sienta enfrente de B, selecciona una caja de cartón y la deja en la mesa en el lado de B. Acto seguido desenvuelve una hamburguesa y empieza a comérsela. B mira atónita la cajita que tiene delante mientras A devora su comida.)

A: (Dándose cuenta) ¿Qué pasa?
B: Creo que no me gusta.
A: (Sorprendido)Vaya.

(B abre la cajita, coge una hamburguesa de su interior y le da un mordisco.)

B: (Escupiendo con repulsión) No, no me gusta.
A: Pues tú sabes.
B: Sí, ¿cómo?
A: Así.

(A coge un sobrecito de ketchup, lo abre y vierte su contenido dentro de la hamburguesa de B.)

B: Vaya, vaya.

(B coge la hamburguesa y vuelve a dar un mordisco.)

A: ¿Mejor?
B: No sé.

(A coge un sobrecito de mostaza, lo abre y vierte su contenido dentro de la hamburguesa de B. B muerde una vez más la hamburguesa.)

A: ¿Mejor?
B: Puede.

(A se levanta de su sitio y se sienta al lado de B. Coge un sobrecito de mayonesa, lo abre y vierte su contenido dentro de la hamburguesa de B. B repite el acto de morder la hamburguesa.)

A: ¿Mejor?
B: Sí.

(A sujeta suavemente con sus manos la cara de B y le da un beso tierno en los labios.)

A: ¿Y ahora?
B: Mucho mejor.
A: Ves que fácil.
B: Ya lo veo, ya.
A: Y todavía nos faltan los postres.

(A se levanta del asiento y se dirige a las cajas del establecimiento. B sonríe.)

Eternas Dicotomías


Hay 4 tipo de personas en el mundo:


A) Las que son de Lope y de Lorca
B) Las que son de Lope y de Valle
C) Las que son de Calderón y de Lorca
D) Las que son de Calderón y de Valle


Yo creo que soy de la opción D.

La Escena Repentizada

Ejercicio de clase de Escritura Dramática. Consiste en que empecemos a escribir una escena. En determinados momentos nos detendrán para introducir nuevas consignas que deben cumplirse. Éste fue mi ejercicio:


(1- INICIO: DIÁLOGO DE A Y B. TEMÁTICA LIBRE. A Y B DIALOGAN O DISCUTEN ACERCA DE ALGO INMINENTE QUE VA A OCURRIR O QUE VAN A HACER. ESE HECHO NO SERÁ NOMBRADO A LO LARGO DE LA ESCENA. DOSIFICAR LA INFORMACIÓN DE TAL MANERA QUE ESO (INNOMBRABLE PERO IDENTIFICABLE) SE CONVIERTA PARA EL RECEPTOR EN MOTIVO DE INTERÉS, GENERANDO EXPECTATIVAS.)

TONY: Ya son las doce.

MARCOS: Aún nos quedan diez minutos.

TONY: Poco tiempo para todo lo que falta.

MARCOS: Estará listo, no te preocupes.

TONY: ¿Y si se adelanta?

MARCOS: Imposible. Sergio está con ella.

TONY: ¿Sergio? No confío yo mucho...

MARCOS: Tony, relájate.

TONY: Voy a asegurarme de que los demás no hacen ruido.

MARCOS: Yo no les oigo.

TONY: ¿Están todos?

MARCOS: Sí, los quince. En la habitación. En silencio. Aquí el
único nervioso que no para de rajar eres tú.

TONY: No quiero que haya fallos.

MARCOS: Cuidas demasiado a tu hermana.

(2- STOP → UNO DE LOS PERSONAJES CONFIESA ALGO)


TONY: Hermanastra.

MARCOS: Bueno, es lo mismo. ¿Qué más da?

TONY: Sí que da.

MARCOS: Si tú lo dices...

TONY: Mira, no tienes ni idea de lo importante que es Irene para mí.

MARCOS: Sé que lo habéis pasado mal por lo de vuestro padre...

TONY: Sí.

MARCOS: Y que os habéis apoyado mucho el uno al otro.

TONY: Ese es el problema.

MARCOS: ¿Cuál?

TONY: Que quizá nos hemos apoyado demasiado.

MARCOS: No acabo de entenderte.

TONY: Digamos que hay ciertas fronteras que dos personas como nosotros no deberían traspasar.

MARCOS: ¡Tony! ¡Es tu hermana!

TONY: Hermanastra.

MARCOS: ¡Me da igual! ¡Os habéis criado juntos! ¿Cómo puede haber ocurrido algo así?

TONY: Es que aún no ha ocurrido.

MARCOS: Mejor.

TONY: De hecho ella no sabe nada de esto.

MARCOS: Pues te recomiendo que te lo guardes.

TONY: ¿No lo entiendes, Marcos? Esto me está quemando. No puedo soportarlo más tiempo. Tengo que soltarlo o voy a reventar.

MARCOS: No me digas que...

(3- STOP → LOS PERSONAJES EMPIEZAN A HABLAR CON ESTICOMITIAS (RÉPLICAS MUY PICADAS))

TONY: Sí.

MARCOS: ¿Hoy?

TONY: No se me ocurre mejor momento.

MARCOS: ¿Y toda la gente?

TONY: Mejor, que se enteren.

MARCOS: Estás loco.

TONY: Por ella.

MARCOS: ¿Te has parado a pensar en su reacción?

TONY: No estoy pensando, estoy siendo.

MARCOS: Sí. Egoísta.

TONY: ¿Y qué harías tú?

MARCOS: Morderme la lengua y olvidarme del asunto.

TONY: Vamos, que te rendirías.

MARCOS: Yo no he dicho eso.

TONY: Pero es lo mismo.

MARCOS: Sobre todo no me haría daño.

TONY: El daño lo tengo dentro. Y quema.

MARCOS: Pues aún puede que te arda.

TONY: ¿Por qué?

MARCOS: Por cosas que no sabes.

TONY: ¿Como cuáles?

MARCOS: Sergio.

TONY: ¿Qué?

MARCOS: Creo que están juntos.

TONY: Marcos, no me jodas.

(3- STOP → UNO DE LOS PERSONAJES LLEVA A CABO UNA ACCIÓN FÍSICA ELOCUENTE)

MARCOS: ¿Qué esperabas?

TONY: ¡Me cago en la puta!

(TONY enfadado golpea una mesa y tira un par de sillas. Se gira, retrocede de nuevo a la mesa y coge una estatuilla de bronce que hay encima.)

MARCOS: ¿Qué haces?

TONY: Le voy a abrir la cabeza en cuanto entre por esa puerta.

MARCOS: Tony, necesitas ayuda.

TONY: No, Marcos. Lo que necesito es que por una vez en mi puta
vida las cosas me salgan bien. Necesito comprobar que todos
los esfuerzos que hago sirven para algo. Porque estoy
cansado de ser siempre el que pierde. Estoy hasta los
cojones de que en el último momento alguien se apunte los
méritos. Y si hoy tengo que ensañarme con Sergio para
cambiar las cosas, no pienso retenerme.

(4- STOP → UNO DE LOS PERSONAJES AMENAZA SERIAMENTE CON IRSE PERO NO LO HARÁ)

MARCOS: Vas a convertir su cumpleaños en un funeral.

TONY: Es que aquí ya hay un muerto.

MARCOS: Pues que no aumente la cuenta.

(MARCOS se dirige hacia la puerta de la izquierda con intención de marcharse.)

TONY: ¿Adónde vas?

MARCOS: A avisarles de que no vengan.

TONY: ¡Espera!

(TONY deja la estatuilla en la mesa y se dirige corriendo hacia la puerta.)

MARCOS: ¿Qué?

TONY: No puedes hacerme esto. Llevo meses esperando este día.

MARCOS: Entonces prométeme que te vas a relajar.

(5- STOP → UNO DE LOS DOS PERSONAJES REPITE RÉPLICAS ANTERIORES DEL OTRO PERSONAJE)

TONY: No sé si podré. Pero no quiero acabar mal contigo.

MARCOS: Hay ciertas fronteras que dos personas como nosotros no deberíamos traspasar.

TONY: No, tienes razón. Y sé que haces esto principalmente por mí.

MARCOS: Por ella.

TONY: ¿Por mi hermana?

MARCOS: Hermanastra.

TONY: ¿A qué viene eso ahora?

MARCOS: Mira...

(6- STOP → DEJAMOS LA RÉPLICA ANTERIOR DONDE ESTUVIERA Y AÑADIMOS PUNTOS SUSPENSIVOS. LA RÉPLICA SIGUIENTE DEL OTRO PERSONAJE ES “¿SABES CUÁL ES TU PROBLEMA?”)

TONY: ¿Sabes cuál es tu problema?

MARCOS: Sí.

TONY: Que nunca dices lo que sientes.

MARCOS: No.

TONY: Vas con una máscara puesta por la vida. Eres el señor de la
apariencia. Piensas que de esa manera vas a hacer las cosas
bien, que los demás lo van a apreciar... pero no te das
cuenta de que lo único que consigues es hacer más daño.

MARCOS: No estoy yo tan seguro.

TONY: ¿De qué?

MARCOS: De que si dijera lo que siento te hiciera menos daño.

(7- STOP → LICENCIA DRAMATÚRGICA. LOS PERSONAJES SE CONGELAN. CESA SU INTERACCIÓN Y SE ESCUCHA VOZ EN OFF O UN FOCO ILUMINA A OTRO PERSONAJE, C. EN CUALQUIER CASO, NADIE ESCUCHA LO QUE SE DICE. A Y B NO SON CONSCIENTES. PUEDE SER UNA EMANACIÓN SUBJETIVA O UN HECHO OBJETIVO QUE HA OCURRIDO.)

(Cambia la luz. TONY y MARCOS se quedan congelados. Se ilumina a IRENE en el otro extremo.)

IRENE: Lo siento, Marcos. No sé qué decir... supongo que me ha
pillado por sorpresa y no tenía las palabras precisas. Lo
último que quiero es hacerte daño. Eres una persona muy
importante para mí. Y para Tony. Siempre has estado ahí y no
te mereces pasarlo mal. (Silencio.) ¿Puedo pedirte
un favor? Sé que no estoy en situación de hacerlo, pero...
me gustaría que no le dijeras a nadie lo que te he contado
de Sergio. Ni siquiera a Tony. De momento preferimos que no
se sepa. (Silencio.) Gracias, Marcos. Sé que puedo
confiar en ti. Lo siento otra vez...

(8- STOP → CONTINÚA EL DIÁLOGO Y VEMOS DE QUÉ MANERA INFLUYE EN LA ESCENA EL MONÓLOGO DE C)

(Vuelve a cambiar la luz. TONY y MARCOS se descongelan.)

TONY: Podrías probar a hacerlo. Por una vez en tu vida.

MARCOS: ¿Y ver de nuevo cómo pierdes la cabeza?

TONY: Si tú haces un esfuerzo yo lo haré también.

MARCOS: No eres el único que tiene algo dentro que le arde.

TONY: ¿Irene?

MARCOS: No hay otra...

(Silencio.)

TONY: ¿Desde cuándo?

(9- STOP → UNO DE LOS DOS LE DA AL OTRO ALGO O LE HACE ALGO Y SALE DE ESCENA. ÉSE ES EL FINAL DEL TEXTO.)

MARCOS: Desde siempre.

TONY: ¿Tanto?

MARCOS: Y más...

(Silencio.)

TONY: Lo siento.

MARCOS: Hace dos días se me derrumbó el mundo. No puedo continuar así.

TONY: Ni yo.

MARCOS: ¿Y qué hacer?

(TONY se acerca de nuevo la mesa, coge la estatuilla, se la da a MARCOS y sale por la puerta de la derecha.)

(Oscuro.)

lunes, 24 de noviembre de 2008

Perfil de Edward Bloom

En clase de Crítica Teatral cada alumno ha tenido que crearse un pseudónimo para firmar sus artículos. Lo primero que hicimos fue escribir el perfil de ese pseudónimo, plasmando en él algunas de nuestras características, deseos, sueños, peculiaridades o desvaríos de la imaginación. Os presento a Edward Bloom:


Lo azaroso del destino quiso que naciera en la ciudad de Espectro el 6 del 6 de 1970, debido a lo cual el 6 del 6 de 1976 cumplió 6 años. Fuente de inagotable imaginación, creador de objetos imposibles, inventor de juegos absurdos y con las venas cargadas de fantasía pronto se labró una fama de chico extraño entre sus familiares, compañeros y vecinos, lo cual le sumió en la más profunda de las soledades. Refugiado en las historias que su propia mente creaba tocó fondo el 6 del 6 de 1986, cuando en su decimosexto cumpleaños descubrió que ya no era capaz de distinguir la realidad de la ficción. Esta faceta personal fue catalogada por la gran mayoría de trastorno y por unos pocos de magia y fortaleza de espíritu. Entre los escasos integrantes de este último grupo se encontraba Sandra Templeton, con la que acabó contrayendo matrimonio el 6 del 6 de 1996, justo el día en el que sus ojos veían 26 primaveras. Fue ella la que incitó a Bloom a dar a conocer su obra al resto del mundo, catalogándolo como “talento que debe ser mostrado”. Unos meses más tarde las historias de Bloom inundaron los estantes de las librerías, las páginas de internet, las pantallas de los cines y las bocas de muchos padres que ejercían la labor de improvisados cuentacuentos, función que el propio Bloom desarrollaba con cada uno de sus 6 hijos. El 6 del 6 de 2006, a la edad de 36 años, fue galardonado con el premio “Dreamy”, el cual no sólo supuso el reconocimiento que Sandra tan desesperadamente buscaba para su esposo, sino una suma ingente de dinero que fue invertida de inmediato en sacar a la luz numerosos juegos, entretenimientos e ideas que Bloom tenía en la trastienda de su inventiva. En la actualidad vive en una apartada isla con su mujer y sus hijos, dedicado de pleno a la escritura de nuevas historias y a la creación de disparatados ingenios. Se prevé que la publicación de un compendio de sus distintas obras y elucubraciones vea la luz el 6 del 6 del próximo 2016, coincidiendo con el cuadragésimo sexto aniversario de su nacimiento.

Primera Acotación

(Una habitación color garbanzo con sus paredes repletas de posters. Al fondo a la izquierda se observa una puerta blanca de aspecto antiguo. En primer plano, una cama cuidadosamente hecha con un edredón nórdico de funda azul. En el lado derecho, se intuye una ventana tapada por dos largas cortinas rojas de aspecto bohemio que se acaban perdiendo detrás de una mesa de madera del Ikea. Un chico de unos 28 años se encuentra sentado ante ella tecleando en su ordenador bajo la tenue luz de un flexo de oficina. Suspira. Por unos instantes se muestra dudoso abriendo y cerrando compulsivamente ventanas del explorador hasta que finalmente se decide. El chico crea un blog donde piensa plasmar todos los aspectos interesantes de su aprendizaje, de su trabajo y de su opinión, confiando en que sirva de lugar de encuentro para que muchas otras personas comenten también sus ideas y compartan sus inquietudes, sus gustos y sus pensamientos. El chico cierra el portátil y se tumba en la cama con un libro entre sus manos.)