martes, 9 de diciembre de 2008

¿Qué es la Navidad y dónde se la encuentra?

(Escrito siguiendo la estructura y tono satírico que emplea Mariano José de Larra en su artículo "¿Quién es el público y dónde se le encuentra?" y utilizado para la clase de Crítica Teatral.)


Aprovechando la llegada de esta celebración anual, que a algunos encanta, a otros deja indiferente y no a pocos horroriza, el que les escribe se ha propuesto la ardua tarea de desentrañar el misterio que encierra tras sus siete letras un concepto tan abstracto como el de “Navidad”. Así pues, con la visión periférica activada y el resto de los sentidos alerta, yo, el señor Edward Bloom, escritor empírico, autor lógico y observador incesante, salgo a las calles madrileñas en busca de una respuesta que satisfaga tanto mis inquietudes como los ávidos deseos de mis lectores.

Y lo primero que me encuentro es luz. Sí, luz. Mucha luz. Cantidades ingentes de watios invertidos en dar color y alegría a nuestras avenidas y nuestros paseos. No es extraño observar innovadores diseños de luces parpadeantes, o carteles con mensajes que van mutando de imagen. ¡Así da gusto ver la ciudad! ¡Qué más da que en las aceras la gente pida si las calzadas están preciosas a reventar! Pero no sólo la luz está presente, también encontramos otros tantos elementos de tono jovial, destacando como apunte significativo el Papá Noel que escala ventanas, muy de moda en los últimos tiempos y los imperecederos y siempre efectivos petardos, los cuales han ido incrementando su potencial hasta llegar a un límite cercano al de la goma-2. Y tras frotarme los ojos ante tanto derroche decorativo puedo sacar la siguiente conclusión: La Navidad implica gasto energético, contaminación acústica y lumínica, ornamentación desmedida y unas grandes dosis de espíritu hortera.

Pero no contento con esta apreciación superficial decidí adentrarme en uno de los lugares más significativos de la Navidad, por no llamarlo directamente su templo: El Comercio. Y lo escribo con mayúsculas usando una palabra genérica porque en estas fechas poco importa el que elijamos para realizar nuestras compras. Todos comparten características comunes tales como la aglomeración de gente, el gasto económico al que incitan, el elevado número de decibelios y la sensación de velocidad que fluye en su interior. Y es que en Navidades todo es más caro, los productos son más difíciles de conseguir y la gente discute, corre y se enfada. Por no hablar de la actual tendencia a colocar puestos callejeros. Parece mentira que estemos en la época más fría del año. Como no tenemos suficiente con El Comercio, plantamos los comercitos (con minúsculas en esta ocasión) al aire libre, para que así de paso nos quedemos pajarito con la espera. De todo esto puede extraerse que la Navidad implica incomodidad, sumisión ante el mercado, consumismo, estrés y alteración de las personalidades de los ciudadanos.

Entender la Navidad sin asociarla a la palabra comida es imposible. Es obligatorio a lo largo de estas fechas mover la mandíbula constantemente. Pero añadiendo la condición de que los alimentos han de estar dotados de una indudable y contrastada calidad. Una buena mesa no puede estar desprovista de marisco, embutidos ibéricos, salmón, carnes (a ser posible pavo o cordero), cava, turrones, mazapanes y alcoholes varios. Y si no te gustan las uvas, da igual, al menos te comes doce. Pélalas o quítales los pipos, pero a ritmo de campanada han de ir una a una para dentro. Y si te desagrada el cava, da igual, al menos te mojas los labios mirando a los ojos a los demás cuando brindes no sea que te toquen siete años de mal sexo. Comprarse algo rojo para lucir ese día e introducir un anillo en la copa nunca están de más, por si las moscas... Tales son las tendencias relativas al mantel, de las cuales se puede extraer que la Navidad está asociada al exceso nutricional, al incremento de peso, a actos que atentan contra la salud e incluso a la incitación de tendencias a medio camino entre lo ritual y lo absurdo.

Es importante hacer mención a nuestros acompañantes durante estas fechas. Y es que la Navidad es una ocasión única para rodearte de aquellos a los que quieres. Por eso acabamos compartiendo el fin de año con aquel tío que nunca ves, con la prima a la que jamás llamas pues sus gustos son completamente opuestos a los tuyos y, si hay suerte, con un invitado ajeno a la familia traído por alguno de los anteriormente citados, que viene a aportar el toque de color y de novedad a tan insulsa velada. Importante: El villancico ha de sonar de fondo. Poco importa si eres un heavy de la vieja escuela, un bacaluti de los bajos de Argüelles o un amante de la bachata dominicana. El monótono “Campana sobre campana” nos lo sabemos todos y aunque nos espante el “Ande Ande” somos capaces de entonarlo a grito pelado. Es por eso por lo que me inclino a pensar que la Navidad implica hipocresía, sumisión, falta de personalidad y abandono de los principios.

Si encendemos nuestros televisores la mañana del 22 de Diciembre veremos a unos infantes a los que obligan a cantar números de manera monótona mientras un amplio conjunto de personas presta la máxima atención y sigue el recital sin parpadear como si se tratase de una ópera de Verdi. El 6 de Enero se repite el ritual escénico, esta vez desprovisto de canto pero con una expectación similar. Planteamiento, nudo y desenlace dignos de la más elaborada comedia de Shakespeare. No deben faltar jamás las imágenes televisivas posteriores de los agraciados, con la botella de champán de rigor, botando en la calle y entonando cánticos, así como el cartel en la puerta del establecimiento de la localidad afortunada en el que reza: “Gordo de Navidad. Vendido aquí”. Lo que me lleva a elaborar la siguiente pregunta: ¿Qué espera el propietario del establecimiento? ¿Que la gente le felicite? “Oh, señor, mi más sincera enhorabuena, tomó usted una sabia decisión poniendo a la venta el 35.786. Qué gusto más exquisito. Qué visión más acertada y profética.” De estos apuntes no puedo sino concluir que la Navidad incita a la explotación y humillación infantil, a la ludopatía y a la exaltación de virtudes inexistentes en los trabajadores.

Y tras toda esta serie de observaciones me queda una sensación de no saber a ciencia cierta qué es la Navidad. Podría remontarme a sus orígenes y decir que es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, pero eso no encaja con la cantidad de ateos o agnósticos que la celebran con reuniones, regalos y demás parafernalia. Ha de ser algo más. Podría catalogarla como un periodo temporal extensible desde el 22 de Diciembre (por aquello del pistoletazo de salida con el gordo de la lotería) hasta el 8 de Enero (dejando dos días de rigor para usar los presentes traídos por los Reyes Magos) pero la verdad es que desde el mes de Noviembre estamos siendo bombardeados con anuncios de juguetes, imágenes de árboles adornados, de calles repletas de nieve y como no, del señor de rojo, manteniéndose todas ellas hasta casi el mes de Febrero (digo yo que debe ser para enlazar directamente con San Valentín) con lo cual se me desmonta la hipótesis de la temporalidad. Debe tratarse de algo más genérico. Quizá podría aceptar la opción de que la Navidad es un periodo para hacer el bien, para ser generoso y llevar a cabo actos humanos, pero tras pararme a reflexionar ese pensamiento descubro que no me cuadra, pues los conflictos bélicos continúan en cada país, los robos se producen con mayor asiduidad y el “yo” sigue primando sobre el “tú”.

Es por eso por lo que la conclusión a la que yo, el señor Edward Bloom, he llegado es que la Navidad es un concepto completamente moldeable del que se puede coger lo que más le gusta a cada uno a cambio de soportar todas las otras cosas que les gustan a los demás. Algo que debería funcionar de acuerdo a un esquema sustentado en la tolerancia, y teniendo en cuenta que ese valor está completamente ausente en la sociedad de nuestros días (incluso en este artículo) no sería de extrañar que la Navidad vaya unida a la confrontación. Y, sin embargo, por un extraño motivo y aunque parezca completamente imposible tras leer estas líneas, estoy deseando que lleguen estas fiestas...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Ejercicio de Estilo 13...

Probablemente no entenderéis este post sin leer los anteriores sobre los Ejercicios de Estilo.

Para los que lo hayáis hecho, lo sé. Me he motivado. :)


13) CARRUSEL DEPORTIVO:

Buenas tardes, queridos oyentes, y bienvenidos al que sin duda será un grandísimo espectáculo. Tenemos con nosotros a Pepe. Pepe, ¿cómo ves el encuentro de hoy? Hola Paco, pues no puedo sino decirte que hoy tenemos todas las papeletas para presenciar momentos inolvidables, estoy convencido. El terreno está en perfecto estado y las gradas presentan un lleno hasta la bandera. Pero sin duda hay un claro protagonista hoy, por lo que aconsejo prestar especial atención al lateral derecho, uno de los fichajes de este año, procedente del Sparta de Praga como bien denota su sombrero de la Bohemia checa. Es muy habilidoso y goza de una gran flexibilidad sobre todo en la zona del cuello a la hora de rematar de cabeza... Lo tendremos en cuenta Pepe, pero he de cortarte porque ¡empieza la primera parte! ¡Coronita!, ¡uh! ¡Coronita! ¡uh! ¡Coronitaaaa! ¡uuuuh! Comienza el movimiento en el terreno de juego. Entramos en una primera fase de tanteo. Sin duda ninguno de los bandos quiere desplegar tan pronto todas sus armas... a pesar de ello la posesión refleja un 60% frente a un 40% favorable al equipo local. Pero atención, Pepe, atención a esa jugada de contragolpe, se va de uno, se va de dos, continúa mientras dribla a un tercero. El rival está dificultándole la movilidad achicando espacios a la perfección. Sigue por la banda, hace la bicicleta, y ¡qué fantástico caño! Está a punto de encarar la puerta, pero... ¡Madre mía! ¡Eso ha sido un empujón en toda regla!... Efectivamente Paco, se ha desentendido por completo de la jugada y ha ido a cazarle. ¡Y vaya si le ha cazado! Pero, cuidado porque el objetivo de la falta comienza a protestar... ¡Y no le falta razón, Pepe! ¡Ha sacado la segadora! !La – se – ga – do – ra! Parece que el trencilla no se está tomando bien la protesta. Veamos si sanciona o no la jugada, Paco. Se lleva la mano al bolsillo y... ¡Amarilla! ¡Amarilla al defensor! Es un chaval muy joven, es bueno, pero le falta experiencia. Efectivamente, Pepe, ha pecado de ingenuidad, se ha llevado cartulina y además le han cogido la matrícula para la próxima... Sin embargo, Paco, el colegiado aprovecha la circunstancia y pita el final de la primera parte. Y allá va nuestro hombre, el autor de la jugada más peligrosa de la tarde, saliendo rápidamente del terreno y sentándose en el banquillo. Quizá aproveche la circunstancia para descansar y fumarse un purito Dux... ¡Pepe, un purito! ¡Pepe, un purito! ¡Pepe, un puritooooo! No hay tiempo para eso, Paco, porque los jugadores salen del túnel de vestuarios y comienza la segunda parte de esta contienda en la que todavía nadie ha estrenado el marcador. Ha habido cambios en el equipo visitante, Pepe, se ha marchado el joven autor de la escalofriante falta y ha entrado el más veterano de la escuadra, un líbero muy elegante tanto en la definición como dando órdenes sobre el terreno de juego. ¡Y precisamente es él quien ha cometido una acción infantil! ¡Mano! ¡Mano! Le ha señalado con la mano al delantero en la solapa cometiendo un gravísimo penalty. Veamos si aprovecha esta circunstancia, nuestro delantero y sentencia el choque, Paco,... allá va... Mira fijamente al infractor, se detiene, coge carrerilla con el cuello y comienza a descender lentamente la mirada, se fija, lo observa, se da cuenta, sí, se ha dado cuenta, es un, es un, es un... ¡Botoooooooooón! ¡Botoooooooooón! ¡Botoooooooooooooooooooooón! ¡En el mismísimo centro de su chaquetaaaaaaa!. Se estrena el electrónico en la catedral de la Casa de Vacas del Retiro con un botonazo de libro. Lo anota el hombre de cuello largo, lo anota el más listo de la clase, Pepe, y echa a correr para celebrarlo. ¡Se ha puesto la chaqueta en la cabeza y planea haciendo el avioncito! ¡Cuidado! ¡Se ha caído al estanque, Pepe! ¡Es increíble! Vaya botón, Paco, y vaya celebración. Inolvidable.

Epigramas Instantáneos

Hoy en Taller de Teatro Clásico nos han puesto a componer epigramas en unos pocos minutos. Aquí está el resultado de ese momento:


Si vas ligera de ropa
y paras en las esquinas
no te extrañe que pregunte
“¿Cuánto un completo, minina?”



Si a tu hijo le castigas
con excesivos azotes
cuando seas viejo chocho
no le pidas que te arrope



Tu intermitente te sobra
cuando cambias de carril
y ahora tu coche se abolla
al chocarte contra mí

miércoles, 3 de diciembre de 2008

(Mis) Ejercicios de Estilo

Aquí están mis versiones de los doce estilos que he escogido del libro de Queneau (Notaciones y los dos puntos de vista subjetivos eran obligatorios) para el trabajo de Teoría y Práctica Dramatúrgica. El viernes tengo que presentar el decimotercero (que será un estilo ideado por mí, ya sin coger ninguno de los del libro) y después ya iremos pensando en la puesta en escena. Espero que los disfrutéis tanto como lo he hecho yo escribiéndolos.

Nota: El estilo Logo-Rally consiste en incluir en la narración siete palabras que previamente he sacado al azar de un periódico.


1) NOTACIONES:

En un vagón de metro de la línea 1, a una hora concurrida. Un chico cercano a la treintena, con sombrero de aspecto bohemio y un cuello desproporcionadamente largo. La gente se apea del compartimento. El chaval revela su enfado con el hombre que está a su lado. Asegura que le empuja cada vez que entra o sale alguien. Se muestra quejicoso a la vez que inflexible. En cuanto ve un asiento vacío, se abalanza sobre él.
Al cabo de dos horas me cruzo con el mismo individuo en la Casa de Vacas del Retiro, al lado del estanque. Dialoga con un amigo que le comenta: “Estaría bien que le añadieras un botón a tu cazadora”. Señala el lugar concreto y explica sus motivos.


2) PUNTO DE VISTA SUBJETIVO I:

Me había levantado con un humor especialmente bueno aquella mañana. Quizá el hecho de estrenar un sombrero que se ajustaba como un guante con mi ideología ayudaba a esta circunstancia. ¡Por no hablar de lo bien que combinaba con mi cazadora favorita! Estaba tan contento que, al llegar a la Casa de Vacas del Retiro, ni siquiera Miguel y sus desacertados comentarios sobre la ausencia de un botón en mi adorada prenda, consiguieron fastidiarme el día. Lo cual tiene un mérito especial teniendo en cuenta que un par de horas antes había tenido un desagradable encuentro con un niñato insolente que no paraba de empujarme cuando había movimiento en el metro. Y es que, si no fuera por el tráfico y mi respeto a la puntualidad, jamás me rebajaría a usar esos transportes propios de gente baja.


3) PUNTO DE VISTA SUBJETIVO II:

Pues estaba hoy en el metro, apiñado como siempre, vamos... y resulta que me toca al lado, ¡joder!, el típico capullo estirado. Y digo estirado no sólo por su kilométrico cuello sino por los aires de gilipollas pedante intelectual que se daba... no había más que ver el sombrero que se marcaba para pillar lo que digo... El caso es que el notas no paraba de quejarse y poner caretos chungos, por eso, cada vez que entraba o salía la peña, aprovechaba y le metía con el codo en el pecho. Al final se cagó vivo y salió por patas a un sitio que se quedaba libre. Tuvo suerte el pringao porque ya estaba a punto de arrancarle algún botón de su chaqueta... aunque viendo como la tenía no hubiera sido el primero que lo hiciera.


4) EXCLAMACIONES:

¡Qué follón! ¡Esto está lleno! ¡Y quedan todavía cinco paradas! ¡Mira ése que tieso! ¡Y qué sombrero! ¡Dónde está el cuerpo! ¡Ja, ja, ja! ¡Debajo de ese cacho de cuello! ¡Qué exceso! ¡Huy! ¡Qué de movimiento! ¡Él también lo nota! ¡Cómo se queja el tío! ¡Un empujón, dice! ¡Sin respuesta! ¡No da su brazo a torcer! ¡Y el otro impasible! ¡Y que le ha vuelto a hacer lo mismo! ¡Al final acaban a ostias! ¡Bueno, bueno bueno! ¡Se ha ido derechito a la otra punta! ¡A coger un hueco! ¡Qué avispado! ¡Pero se le sigue viendo el cuello aunque esté sentado!
¡No me lo puedo creer! ¡Es el mismo tipo! ¡Esto es de coña! ¡Que sí! ¡Que está ahí! ¡Ahí, al lado del estanque! ¡Y con un amigo! ¡El tío tiene amigos! ¡Le comenta algo! ¡Un consejo! ¡Le ha dicho lo del botón! ¡El que le falta a la cazadora! ¡Si es que saltaba a la vista! ¡Qué cuello! ¡Ja, ja,ja!


5) SONETO:

Una mañana cualquiera en el metro
Especímenes que el destino junta
Uno se queja, molesto, y barrunta
Mientras atento en sus mentes penetro

Cuello alargado y aires de retro
Pedante que con mil cremas se unta
Se queja de otro que con la punta
Del codo le da pinchazos de cetro

Queda vacío de pronto un sillón
Lo ocupa con un intrépido giro
Y abandona su lamento llorón

Tras dos horas con un tío lo miro
Que le indica la falta de un botón
En la Casa de Vacas del Retiro


6) COMEDIA:

ACTO I:

(Un vagón de metro. Gente apretada. Suena una voz megafónica “Din, don, din, próxima estación: Cuatro Caminos” Un HOMBRE SUDAMERICANO que lleva un instrumento de viento se adelanta.)

HOMBRE. SUD: Un poco de música para amenizar la mañana.

(Mientras el HOMBRE SUDAMERICANO toca, el metro llega a la parada. Entra y sale gente del vagón)

ACTO II:

(El mismo vagón. En escena, rodeado de mucha gente se distingue a HOMBRE 1, estirado, de cuello largo, treintañero y con sombrero de aspecto bohemio. A su lado CHICO JOVEN le golpea ante el movimiento de gente.)

HOMBRE 1: Disculpe, tengo la impresión de que cada vez que entra o sale alguien me clava el codo en las costillas; y ya he llegado a pensar que lo hace de manera intencionada. Le rogaría que respetara un poco más mi espacio, joven.

(CHICO JOVEN mira para otro lado. Al cabo de un rato se repite el golpe en las costillas.)

HOMBRE 1: ¡Será posible! ¡Se puede saber en qué está pensando! ¡Como siga con...

(En ese instante vuelve a bajar gente y se queda un sitio libre.)

HOMBRE 1: ¡Menos mal! ¡Un sitio! (Pasando entre la gente) Disculpe, disculpe, lo siento, si me perdona...

(HOMBRE 1 se sienta en el asiento vacío.)

ACTO III:


(Casa de Vacas del Retiro, en su lado más próximo al estanque. HOMBRE 1 se encuentra en mitad de una conversación con HOMBRE 2.)

HOMBRE 2: Me parece que a esa chaqueta, querido amigo, le falta un botón en la parte superior. ¿Has pensado en añadírselo?

(Entra en escena VIAJERO.)

VIAJERO: Ya son casualidades de la vida. El hombre del vagón de esta mañana. Podría utilizar este peculiar suceso para el ejercicio de la clase de Julio Escalada.


7) NOMBRES PROPIOS:

Estaba tan Félix a la salida del Alba aquel Marte en el que pegaba Lorenzo porque tenía la Esperanza de coger pronto la barca de Caronte. Yo, Prudencio, entré en aquella Selva Negra y vi al mismísimo Zeus lanzando rayos sobre Juventino. El cuello de Mr. Fantástico contra la quietud de Pedro. Dominado por las Angustias, emuló a Carl Lewis y se apoderó, ¡Jesús qué Prisa!, de un asiento con la fuerza de un Leo para estar más Agustín. Después del Curro, en el Ecuador del día, veo al mismo Ser junto al primo de Versace, el cual no le lanza ningún Eulogio. La cosa está Clara. La falta algo a su Inmaculada chaqueta. Juan le decía a Diego que se añadiera un Botto. Y es que ahí tenía un buen Tajo.


8) GEOMÉTRICO:

Un trapezoide de revolución se desplaza sobre un ángulo de 3º 45' respecto a la horizontal a la velocidad de 45 Km/h. Comienza un proceso de desaceleración hasta llegar a la posición de reposo. En ese instante un sólido de 72 Kg se introduce en el volumen desplazando el centro de masas del sistema 3 centímetros en la dirección x2 + y = 3/5. Un conjunto de elementos compuesto de esfera, cilindro y ovoide emite una señal acústica que se rige por la ecuación x(t) = sen (πt/3) para acabar ejecutando un movimiento armónico simple que neutraliza la tensión ejercida en sentido contrario. 1 hora, 58 minutos, 18 segundos y 3 décimas más tarde, el mismo elemento se dispone de forma simétrica a otro de las mismas características que indica con sus vectores un punto vacío dentro de sus coordenadas.


9) ANTONÍMICO:

En un teleférico prácticamente vacío bajo el nuboso manto de una invernal noche. Una anciana calva y con menos cuello que un muñeco de nieve. Se posan animales sobre la cabina del vehículo. La anciana se muestra desbordante de alegría y besa efusivamente en los labios a un bebé recién nacido que se encuentra sentado en el asiento más alejado del compartimento. Asegura que el pequeño le hace mimos y carantoñas desde la lejanía. Muestra una actitud tierna a la vez que protectora. Termina haciendo el pino sobre el tercer tripulante de la cabina en el mismo instante en el que éste se sienta sobre uno de los tantos huecos libres.
Otro día, dos horas antes, junto a la Sagrada Familia de Barcelona, la anciana mantenía una pelea de taekwondo con un completo desconocido que, entre golpe y golpe, se callaba la teoría de que a sus bragas les sobraba un botón.


10) FANTASMAGÓRICO:

La niebla se había infiltrado aquella mañana en las entrañas de la tierra y resultaba especialmente difícil reconocer las figuras apelotonadas en el estrecho vagón. El convoy se encontraba fuera de control en un viaje con rumbo a ninguna parte y hacía chirriar los raíles del subsuelo. Nadie sospechaba que, entre los mortales humanos de miradas perdidas, se había infiltrado una presencia indeseada. Como si se tratase de la mismísima encarnación del maligno, aquel ente espectral emitió un sonido gutural digno de piscofonía del Palacio de Linares que provocó un estremecimiento colectivo en el resto de los viajeros del infernal vehículo. Tras otra pavorosa exclamación, el ser de tez pálida y cuello con espacio para trescientas mordeduras vampíricas se desplazó levitando sobre el suelo mientras atravesaba a aquellos que se encontraban en su trayectoria como si estuvieran desprovistos de masa corpórea. El vuelo terminó cuando consiguió ocupar el trono cadavérico que se elevaba ante él. La inmovilidad se hizo patente en el compartimento. Las respiraciones entrecortadas de los usuarios se acompasaban y respondían al estado de estupor y desconcierto generado por aquel espíritu indescriptible. El suceso paranormal no terminó hasta que aquella diabólica manifestación arrancó todos los botones de las camisas, blusas y pantalones de los atónitos viajeros. Cuando finalmente encontró uno que era de su agrado, se lo guardó bajo la solapa y se retiró murmurando “Ya tengo botón... Ya tengo botón...”


11) LOGO – RALLYE:

(Policía, construcción, intervenciones, olvidar, años, espiritualidad, ambigüedad)

Me encontraba entretenido aquella mañana en el andén, viendo cómo un miembro de la policía se hacía el despistado ante un vendedor de películas pirata, cuando advertí la llegada del metro. Una vez dentro pude escuchar las lamentaciones de un joven que no paraba de quejarse de los empujones de su vecino y que requería una construcción de los vagones más holgada. Tras otro par de exaltadas intervenciones, el muchacho corrió a sentarse a un asiento que quedó vacío. Instaurada esta nueva situación, el tipo pareció olvidar los desafortunados incidentes anteriores y se mostró satisfecho con el cambio. Sensación compartida por, el anteriormente objetivo de sus lamentaciones, un adolescente de unos dieciséis años.
Podría llamarlo casualidad, fruto del destino, designio de los dioses o resultado de una conexión sináptica de elevada espiritualidad, pero la realidad es que dos horas más tarde me encontré al mismo sujeto frente a la Casa de Vacas del Retiro, charlando con un amigo que destacaba la feminidad de su chaqueta a la vez que le aconsejaba añadirse un botón en la parte superior para eliminar cualquier rasgo de ambigüedad en su estética.


12) INESPERADO:

Allí estaban reunidos los cuatro amigos, Róber, David, Julio y Dani, preparándose para la timba de póker cuando llamaron al telefonillo. Róber se dirigió al aparato y contestó.

- ¿Sí?

Apretó el botón del cacharro y volvió a la mesa en la que las fichas ya estaban dispuestas.

- ¿Era Javi? - preguntó Julio.
- Sí - respondió Róber.
- Media hora tarde - apostilló David.
- No es habitual en él - añadió Róber.

Al cabo de un minuto, Javi llamaba a la puerta y Róber le permitía pasar. Venía sofocado. Dani se puso nervioso y derribó los cinco montones de fichas por el suelo. Se agachó a recogerlas y Javi, sin darse cuenta de su presencia, aprovechó la circunstancia para empezar a hablar.

- Siento la tardanza, pero hoy me ha ocurrido algo muy curioso.
- ¿El qué? Si puede saberse... - preguntó Julio.
- Iba en el metro esta mañana...
- ¿En que línea? - interrumpió David.
- En la 1.
- Buf, esa se pone fatal de gente - Replicó David.
- Lo sé - verificó Javi - íbamos hasta los topes.
- ¡Qué infierno! ¡Por eso voy en coche! - manifestó Róber.
- El caso es que me dio por fijarme en un tipo peculiar.
- ¿Peculiar? - peguntó Julio.
- Sí, tenía un cuello larguísimo y un sombrero de esos de artista loco.
- ¿Y qué pasó? - dijo David interesado.
- Se quejaba todo el rato de que le empujaban y un adolescente que iba al lado pagó el pato.
- Pobre chaval, seguro que no había hecho nada - comentó Róber.
- ¿Y qué pasó luego? - inquirió Julio, el cual estaba molesto ante tanta interrupción.
- El muy cínico vio que se levantaba un tipo para bajarse y salió disparado a sentarse en su asiento. Entonces dejó de poner malas caras.

Hubo un breve silencio en la narración, el cual fue roto por el siguiente comentario de David.

- Bueno, Javi, eso tampoco tiene mucho de especial, ¿no crees?
- Es que lo curioso sucedió luego - añadió Javi con aire misterioso.
- ¿Cuándo? - preguntó Julio.
- Un par de horas después, cuando me lo volví a cruzar.
- ¡No puede ser! ¿Dónde? - exclamó Julio más excitado.
- En la Casa de Vacas del Retiro, al ladito mismo del estanque.
- ¿Qué hacía allí? - dijo Róber
- No lo sé, simplemente estaba con otro tipo, dialogando.
- ¿Sobre qué? - formuló David, cuyo interés había crecido a la par que el del resto.
- Por lo que alcancé a escuchar debía tratarse de algo de un botón en la cazadora...
- El mundo es un pañuelo - dijo Róber sentencioso.
- Ya te cuento. Por cierto, ¿por qué hay cinco sillas? Pensé que sólo jugábamos nosotros cuatro.
- Me he traído un amigo - respondió Julio.
- ¿Y dónde está?

En ese momento Dani terminó de recoger las fichas del suelo y asomó su cabeza y su extenso cuello por el otro lado de la mesa.

- Aquí mismo. Y espero que no te moleste que un hombre sin botón en la cazadora te deje sin blanca.