domingo, 30 de noviembre de 2008

Lewis Carroll

Esta vez en Crítica Teatral el perfil que teníamos que escribir debía ser de alguien conocido. Y, como no, lo escogí a él...



Charles Lutwidge Dodgson nació en Daresbury, en el condado de Chesire, en 1832. Con antepasados militares y eclesiásticos, fue el tercero de once hermanos. Zurdo, tartamudo y con problemas de sordera, su infancia no resultó nada sencilla. Estudió en la escuela de Rugby hasta 1850, y posteriormente en la Universidad de Oxford, donde acabó ganando un puesto como profesor de matemáticas en 1857 que mantuvo hasta 1883. Tiene la autoría de algunos tratados sobre la materia como “El Juego de la Lógica” (1876) o “Euclides y sus Rivales Modernos” (1885). Esta época universitaria coincide con la ordenación de Carroll como diácono en 1861 y con el descubrimiento de otra de sus pasiones, la fotografía, actividad que cultivará hasta 1880. Su carrera literaria comenzó entre los años 1854 y 1856 con publicaciones humorísticas en revistas como The Comic Times o The Train. En 1856 publica su primer poema “Solitude”, escrito pionero en ser firmado con el seudónimo que hoy conocemos. Su trato cercano con los niños y su interés por los cuentos le condujeron a escribir su obra más reconocida, “Alicia en el País de las Maravillas” (1865) inspirada en la persona de Alice Liddell, hija de un deán con el que Carroll mantuvo amistad. A este texto le siguieron “Alicia a Través del Espejo” (1871), “La Caza del Snark” (1876) y “Silvia y Bruno”, esta última recogida en dos volúmenes escritos en 1889 y 1893 respectivamente. La obra de este autor que falleció en 1898, está plagada de elementos lógicos, juegos de palabras y atmósferas oníricas que logran capturar a un público más extenso que el meramente infantil.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Epigrama

El epigrama, género que a veces se agrupa junto con la poesía lírica, como un subgénero de ésta, incluye las composiciones poéticas breves (generalmente entre dos y seis versos) en las que se expresa un pensamiento festivo o burlesco.

El epigrama literario alcanzó su más alta cima con Marco Valerio Marcial (40 d.C-104), que lo cultivó en exclusiva y estableció las características que hoy sirven para definirlo, superando con creces a los autores griegos. Aquí os adjunto una imagen del mismo:



Se supone que el epigrama es algo bastante contundente y mordaz a la vez que escueto. Últimamente tanto en Crítica Teatral como en Taller de Teatro Clásico nos han pedido que escribamos un epigrama...

Y éste es el mío:

"No paras de repetir
Que este lugar huele a mierda
Y yo ya no sé si ignoras
O no te quieres dar cuenta
De que ese hedor se produce
Al estar tu boca abierta"

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ejercicios de Estilo

Aunque a muchos nos venga a la mente el nombre de uno de los juegos que hacemos en nuestros espectáculos de impro, en esta ocasión hablo de algo distinto que voy a pasar a contaros.

Pero antes debo hacer referencia, a modo de presentación rápida y superficial, a todo un personaje.



Raymond Queneau (1903-1976) es un escritor y matemático francés con una amplia obra literaria que cultivó distintos géneros como la novela, la poesía, el guión cinematográfico y la escritura periodística. Cercano a las ideas surrealistas y apasionado por lo esotérico, es principalmente conocido por fundar en 1960 OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), grupo que preconizaba la reintroducción del concepto de coerción formal como los lipogramas o las estructuras matemáticas en la creación literaria, y cuya intención era explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura. En este grupo destacan otros nombres como Italo Calvino o George Pérec. Uno de sus escritos más reconocidos de esta etapa es el que da título a este post, "Ejercicios de Estilo". Básicamente Queneau, escribe un primer texto, al que bautiza "Notaciones", sobre un hecho completamente cotidiano que no tiene nada de especial. El libro consiste en 99 repeticiones de dicho texto, aplicando a cada una de ellas un género literario o una condición determinada.



Os adjunto aquí el "Notaciones" original para que veais de qué hablo. (Si queréis saber a qué conduce todo esto al final del post hay una explicación)


Notaciones

En el S, a una hora de tráfico. Un tipo de unos veintiséis años, sombrero de fieltro con cordón en lugar de cinta, cuello muy largo como si se lo hubiesen estirado. La gente baja. El tipo en cuestión se enfada con un vecino. Le reprocha que lo empuje cada vez que pasa alguien. Tono llorón que se las da de duro. Al ver un sitio libre, se precipita sobre él.
Dos horas más tarde, lo encuentro en la plaza de Roma, delante de la estación de Saint-Lazare. Está con un compañero que le dice: "Deberías hacerte poner un botón más en el abrigo." Le indica dónde (en el escote) y por qué.


Y aquí os pongo algunas de las 99 variaciones que tiene el libro...


Relato

Una mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un
personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían o bajaban viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre un sitio que había quedado libre. Dos horas más tarde, volví a verlo delante de la estación de Saint-Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente.


Vacilaciones

No sé muy bien dónde ocurría aquello... ¿en una iglesia, en un cubo de la basura, en un osario? ¿Quizás en un autobús? Había allí... pero, ¿qué había allí? ¿Huevos, alfombras, rábanos? ¿Esqueletos? Sí, pero con su carne aún alrededor, y vivos. Sí, me parece que era eso. Gente en un autobús. Pero había uno (¿o dos?) que se hacía notar, no sé muy bien por qué. ¿Por su megalomanía? ¿Por su adiposidad? ¿Por su melancolía? No, mejor... más exactamente... por su juventud, adornada con un largo... ¿narigón? ¿mentón? ¿pulgar? No: cuello; y por un sombrero extraño, extraño, extraño. Se puso a pelear -sí, eso es-, sin duda con otro viajero (¿hombre o mujer?, ¿niño o viejo?) Luego eso se acabó, concluyó acabándose de alguna forma, probablemente con la huida de uno de los dos adversarios.
Estoy casi seguro de que es ese mismo personaje el que me volví a encontrar,
pero ¿dónde? ¿Delante de una iglesia? ¿Delante de un osario? ¿Delante de un
cubo de la basura? Con un compañero que debía de estar hablándole de alguna cosa, pero ¿de qué? ¿De qué? ¿De qué?


Retrógrado

Te deberías añadir un botón en el abrigo, le dice su amigo. Me lo encontré en
medio de la plaza de Roma, después de haberlo dejado cundo se precipitaba con avidez sobre un asiento. Acababa de protestar por el empujón de otro viajero que, según él, le atropellaba cada vez que bajaba alguien. Este descarnado joven era portador de un sombrero ridículo. Eso ocurrió en la plataforma de un S completo aquel mediodía.


Punto de vista subjetivo

No estaba descontento con mi vestimenta, precisamente hoy. Estrenaba un
sombrero nuevo, bastante chulo, y un abrigo que me parecía pero que muy bien. Me encuentro a X delante de la estación de Saint-Lazare, el cual intenta aguarme la fiesta tratando de demostrarme que el abrigo es muy escotado y que debería añadirle un botón más. Aunque, menos mal que no se ha atrevido a meterse con mi gorro.
Poco antes había reñido de lo lindo a una especie de patán que me empujaba
adrede como un bruto cada vez que el personal pasaba, al bajar o al subir. Eso
ocurría en uno de esos inmundos autobuses que se llenan de populacho
precisamente a las horas en que debo dignarme a utilizarlos.


Otro punto de vista subjetivo

Había hoy en el autobús, a mi lado, en la plataforma, uno de esos mocosos de los que no abundan afortunadamente porque si no, acabaría por matar a uno. Aquél, un muchacho de unos veintiséis o treinta años, me irritaba especialmente, no tanto a causa de su largo cuello de pavo desplumado como por la clase de cinta de su sombrero, cinta reducida a una especie de cordón de color morado. ¡Jo!, ¡el cabrón! ¡Cómo me cargaba! Como a esa hora había mucha gente en nuestro autobús, aprovechaba los empujones de costumbre a las subidas o bajadas para hincarle el codo en las costillas. Acabó por largarse cobardemente antes de que o me decidiera a pisotearle un poco los pinreles para jorobarlo. También le hubiera dicho, para fastidiarlo, que a su abrigo demasiado escotado le faltaba un botón.


Propaganda editorial

En su nueva novela, tratada con el talento que le caracteriza, el célebre novelista X, a quien debemos ya tantas obras maestras, se ha esmerado en presentar únicamente personajes muy matizados que se mueven en una atmósfera comprensible para todos, grandes y chicos. La intriga gira, pues, en torno al encuentro en un autobús del héroe de esta historia con un personaje bastante enigmático que se pelea con el primero que llega. En el episodio final, se ve a ese misterioso individuo escuchando con la mayor atención los consejos de un amigo, modelo de elegancia. El conjunto produce una sensación encantadora que el novelista X ha cincelado con notable fortuna.


Ignorancia

Yo, no sé qué quieren de mí. Pues sí, he cogido el S hacia mediodía. ¿Que si
había gente? A esa hora, por supuesto. ¿Un joven con sombrero de fieltro? Es
muy posible. Aunque yo no miro descaradamente a la gente. Me importa un pito ¿Una especie de galón trenzado? ¿Alrededor del sombrero? Comprendo, una curiosidad como otra cualquiera, pero, desde luego, no me fijo en eso. Un galón trenzado... ¿y se habría peleado con otro señor? Cosas que pasan.
Y, además, ¿tendría que haberlo vuelto a ver otra vez una o dos horas más tarde?
¿Por qué no? Hay cosas aún más raras en la vida. Precisamente, recuerdo que mi padre me contaba a menudo que...


Versos libres

El autobús
lleno
el corazón
vacío
el cuello
largo
el cordón
trenzado
los pies
planos y aplanados
el sitio
vacío
y el inesperado encuentro junto a la estación de mil luces apagadas
del corazón, del cuello, del cordón, de los pies,
del sitio vacío
y de un botón.


Amanerado

Eran los aledaños de un julio meridiano. El sol reinaba con todo su esplendor
sobre el horizonte de múltiples ubres. El asfalto palpitaba dulcemente, exhalando ese tierno aroma de alquitrán que origina en los cancerosos ideas a la par pueriles y corrosivas sobre el origen de sus dolencias. Un autobús, de librea verde y blanca, blasonado con una enigmática S, vino a recoger, junto al parque Monceau, un pequeño pero agraciado lote de viajeros candidatos a los húmedos confines de la disolución sudorípara. En la plataforma trasera de esta obra maestra de la industria automovilística francesa contemporánea, donde se amontonaban los transbordados como sardinas en lata, un pillastre que frisaba la treintena y que llevaba, entre un cuello de una longitud cuasi serpentina y un sombrero cercado por un cordoncillo, una cabeza tan sin gracia como plúmbea, alzó la voz para lamentarse, con amargura no fingida y que parecía emanar de un frasco de genciana, o de cualquier otro líquido de propiedades semejantes, de un fenómeno consistente en empujones reiterados que, según él, tenían como causante a un cousuario presente hic et nunc de la S. T. C. R. P. y le dio a su lamento el tono agrio de un viejo vicario que se hace pellizcar el trasero en un mingitorio y que, por excepción, no le apetece en absoluto tal delicadeza y no entra por uvas. Pero, al descubrir un sitio libre, se lanza en pos de él.
Más tarde, cuando el sol había bajado ya algunos peldaños de la monumental
escalera de su parada ce- leste, y cuando de nuevo me hacía vehicular por otro
autobús de la misma línea, observé al mismo personaje descrito anteriormente
moviéndose en la plaza de Roma de forma peripatética en compañía de un
individuo eiusdem estofae que le daba, en esta plaza consagrada a la circulación automovilística, consejos de una elegancia tal que no iba más allá de un botón.


Filosófico

Sólo las grandes ciudades pueden presentar a la espiritualidad fenomenológica las esencialidades de las coincidencias temporales e improbabilísticas. El filósofo que sube a veces en la inexistencialidad fútil y utilitaria de un autobús S puede percibir en él con la lucidez de su ojo pineal las apariencias fugitivas y decoloradas de una conciencia profana afligida por el largo cuello de la vanidad y por la trenza sombreril de la ignorancia. Esta materia sin verdadera entelequia se lanza a veces con el imperativo categórico de su impulso vital y recriminatorio contra la irrealidad neoberkeleyana de un mecanismo corporal inapesadumbrado de conciencia. Esta actitud moral arrastra al más incosciente de los dos hacia una espacialidad vacía donde se descompone en sus átomos elementales y ganchudos.
La indagación filosófica prosigue normalmente con el encuentro fortuito pero
anagógico del mismo ser acompañado de su réplica inesencial y costurera, la cual le aconseja nouménicamente transponer al plano del intelecto el concepto de abrigo situado sociológicamente demasiado bajo.


Modern Style

En un ómnibus, una mañana, hacia mediodía, me fue dado asistir a la pequeña
tragicomedia siguiente. Un petimetre, aquejado de un largo cuello, y, cosa extraña con un cordoncillo alrededor del bombín (moda que hace furor, pero que yo repruebo), pretextando de pronto una gran prisa, interpeló a su vecino con una arrogancia que disimulaba mal un carácter probable- mente pusilánime y lo acusó de pisotearle de forma sistemática sus escarpines de charol cada vez que subían o bajaban damas o caballeros dirigiéndose a la puerta de Champerret. Pero el gomoso no aguardó en absoluto una contestación que sin duda le hubiese llevado al campo del honor y trepó raudo a la imperial donde le esperaba un sitio libre, pues uno de los ocupantes de nuestro vehículo acababa de posar su pie sobre el blando asfalto de la calzada de la plaza Pereire.
Dos horas más tarde, al encontrarme sobre la misma imperial, observé al
pisaverde del que os acabo de hablar, que parecía disfrutar sobremanera con la conversación de un joven currutaco que le daba consejos superchic sobre la forma de llevar la esclavina en sociedad.


Injurioso

Tras una espera repugnante bajo un sol inaguantable, acabé subiendo en un
autobús inmundo infesta- do por una pandilla de imbéciles. El más imbécil de
estos imbéciles era un granuja con el gañote desmedido que exhibía un güito
grotesco con un cordón en lugar de cinta. Este chuleta se puso a gruñir porque un viejo chocho le pisoteaba los pinreles con un furor senil; pero enseguida se arrugó largándose a un sitio va- do todavía húmedo del sudor de las nalgas de su anterior ocupante.
Dos horas más tarde, qué mala pata, me tropiezo con el mismo imbécil que
charra con otro imbécil de- lante de ese asqueroso monumento llamado la
estación de Saint-Lazare. Parloteaban a propósito de un botón. Me digo: aunque se suba o se baje el forúnculo, mona se quedará, el muy requeteimbécil.


Distingo

Por la mañana (y no por Ana la maña) viajaba en la plataforma (pero no formaba en la vieja plata) del autobús (no confundir con el alto obús), y como estaba llena (no me como esta ballena) la masa chocaba (y no la más achochada). Entonces un jovencito (y no cito un joven) extravagante (no vago estragante) se dirigió (aunque no digirió) a un sujeto (pero no atado) pacífico (no Atlántico) enojándose (no desojándose) porque éste (no Oeste) le pisaba el pie (no le pispaba el bies).
Al cabo del rato (y no al rabo del gato) yo vi al tonto (no llovía a lo tonto) en San
Lázaro (no el de Tormes) conversando con un amigo (no amigando con un
converso) más meticuloso (mas no supositorio) en temas de indumento (y no
mento más té hindú).


Lítote (atenuando)

Eramos unos cuantos que nos desplazábamos juntos. Un joven, que no tenía pinta de inteligente, habló unos instantes con un señor que se encontraba a su lado; después, fue a sentarse. Dos horas más tarde, me lo encontré de nuevo; estaba en compañía de un amigo y hablaba de trapos.


Metafóricamente

En el centro del día, tirado en el montón de sardinas viajeras de un coleóptero de abdomen blancuzco, un pollo de largo cuello desplumado arengó de pronto a una, tranquila, de entre ellas, y su lenguaje se desplegó por los aires, húmedo de protesta. Después, atraído por un vacío, el pajarito se precipitó sobre él.
En un triste desierto urbano, volví a verlo el mismo día, mientras se dejaba poner las peras al cuarto a causa de un botón cualquiera.


Sorpresa

¡Lo apretado que íbamos en aquella plataforma de autobús!¡Y lo tonta y ridícula que tenía la pinta aquel chico!¿Y qué se le ocurre hacer?¡Hete aquí que le da por querer reñir con un hombre que -¡pretendía el tal galancete!- lo empujaba!¡Y luego no encuentra nada mejor que hacer que ir rápido a ocupar un sitio libre!¡En vez de cedérselo a una señora!
Dos horas después, ¿Adivinan a quién me encuentro delante de la estación de Saint-Lazare? ¡El mismo pisaverde!¡Mientras recibía consejos sobre indumentaria!¡De un compañero!
¡Como para no creérselo!



A los que hayáis llegado (o hayáis bajado directamente) hasta aquí aprovecho para deciros que en clase de Teoría y Práctica Dramatúrgica estamos enfrascados en un proyecto en el que tenemos que elaborar nuestro propio "Notaciones" a partir de unas muy ligeras variaciones del original, haciéndolo más cercano a nuestras vivencias. Una vez lo tengamos escrito realizaremos 12 variaciones de nuestro texto escogiendo 11 estilos del libro y uno que nos inventemos. El último paso será realizar una propuesta de montaje, englobando vestuarios, iluminación, número de actores, diseños de escenografía, maquillajes, programas de mano, publicidad, etc...

Tiene pinta de que nos vamos a divertir, y quién sabe si luego hasta se podrá montar...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

La Escena Horadada

Otro ejercicio de Escritura Dramática que hicimos hace aproximadamente un mes. En esta ocasión no se trataba de escritura instantánea, sino de hacerlo en casa. Se nos entregaba un texto bastante ambiguo que era común para todos, consistiendo únicamente en las réplicas de los dos personajes, A y B. Nuestro trabajo fue el de incluir las acotaciones de la escena y, si queríamos (yo quise), añadir al final una réplica más por parte de uno de los personajes.

Éste fue el resultado:

(B está sentada en una mesa de un McDonalds. Aparece A con una bandeja trayendo comida. Se sienta enfrente de B, selecciona una caja de cartón y la deja en la mesa en el lado de B. Acto seguido desenvuelve una hamburguesa y empieza a comérsela. B mira atónita la cajita que tiene delante mientras A devora su comida.)

A: (Dándose cuenta) ¿Qué pasa?
B: Creo que no me gusta.
A: (Sorprendido)Vaya.

(B abre la cajita, coge una hamburguesa de su interior y le da un mordisco.)

B: (Escupiendo con repulsión) No, no me gusta.
A: Pues tú sabes.
B: Sí, ¿cómo?
A: Así.

(A coge un sobrecito de ketchup, lo abre y vierte su contenido dentro de la hamburguesa de B.)

B: Vaya, vaya.

(B coge la hamburguesa y vuelve a dar un mordisco.)

A: ¿Mejor?
B: No sé.

(A coge un sobrecito de mostaza, lo abre y vierte su contenido dentro de la hamburguesa de B. B muerde una vez más la hamburguesa.)

A: ¿Mejor?
B: Puede.

(A se levanta de su sitio y se sienta al lado de B. Coge un sobrecito de mayonesa, lo abre y vierte su contenido dentro de la hamburguesa de B. B repite el acto de morder la hamburguesa.)

A: ¿Mejor?
B: Sí.

(A sujeta suavemente con sus manos la cara de B y le da un beso tierno en los labios.)

A: ¿Y ahora?
B: Mucho mejor.
A: Ves que fácil.
B: Ya lo veo, ya.
A: Y todavía nos faltan los postres.

(A se levanta del asiento y se dirige a las cajas del establecimiento. B sonríe.)

Eternas Dicotomías


Hay 4 tipo de personas en el mundo:


A) Las que son de Lope y de Lorca
B) Las que son de Lope y de Valle
C) Las que son de Calderón y de Lorca
D) Las que son de Calderón y de Valle


Yo creo que soy de la opción D.

La Escena Repentizada

Ejercicio de clase de Escritura Dramática. Consiste en que empecemos a escribir una escena. En determinados momentos nos detendrán para introducir nuevas consignas que deben cumplirse. Éste fue mi ejercicio:


(1- INICIO: DIÁLOGO DE A Y B. TEMÁTICA LIBRE. A Y B DIALOGAN O DISCUTEN ACERCA DE ALGO INMINENTE QUE VA A OCURRIR O QUE VAN A HACER. ESE HECHO NO SERÁ NOMBRADO A LO LARGO DE LA ESCENA. DOSIFICAR LA INFORMACIÓN DE TAL MANERA QUE ESO (INNOMBRABLE PERO IDENTIFICABLE) SE CONVIERTA PARA EL RECEPTOR EN MOTIVO DE INTERÉS, GENERANDO EXPECTATIVAS.)

TONY: Ya son las doce.

MARCOS: Aún nos quedan diez minutos.

TONY: Poco tiempo para todo lo que falta.

MARCOS: Estará listo, no te preocupes.

TONY: ¿Y si se adelanta?

MARCOS: Imposible. Sergio está con ella.

TONY: ¿Sergio? No confío yo mucho...

MARCOS: Tony, relájate.

TONY: Voy a asegurarme de que los demás no hacen ruido.

MARCOS: Yo no les oigo.

TONY: ¿Están todos?

MARCOS: Sí, los quince. En la habitación. En silencio. Aquí el
único nervioso que no para de rajar eres tú.

TONY: No quiero que haya fallos.

MARCOS: Cuidas demasiado a tu hermana.

(2- STOP → UNO DE LOS PERSONAJES CONFIESA ALGO)


TONY: Hermanastra.

MARCOS: Bueno, es lo mismo. ¿Qué más da?

TONY: Sí que da.

MARCOS: Si tú lo dices...

TONY: Mira, no tienes ni idea de lo importante que es Irene para mí.

MARCOS: Sé que lo habéis pasado mal por lo de vuestro padre...

TONY: Sí.

MARCOS: Y que os habéis apoyado mucho el uno al otro.

TONY: Ese es el problema.

MARCOS: ¿Cuál?

TONY: Que quizá nos hemos apoyado demasiado.

MARCOS: No acabo de entenderte.

TONY: Digamos que hay ciertas fronteras que dos personas como nosotros no deberían traspasar.

MARCOS: ¡Tony! ¡Es tu hermana!

TONY: Hermanastra.

MARCOS: ¡Me da igual! ¡Os habéis criado juntos! ¿Cómo puede haber ocurrido algo así?

TONY: Es que aún no ha ocurrido.

MARCOS: Mejor.

TONY: De hecho ella no sabe nada de esto.

MARCOS: Pues te recomiendo que te lo guardes.

TONY: ¿No lo entiendes, Marcos? Esto me está quemando. No puedo soportarlo más tiempo. Tengo que soltarlo o voy a reventar.

MARCOS: No me digas que...

(3- STOP → LOS PERSONAJES EMPIEZAN A HABLAR CON ESTICOMITIAS (RÉPLICAS MUY PICADAS))

TONY: Sí.

MARCOS: ¿Hoy?

TONY: No se me ocurre mejor momento.

MARCOS: ¿Y toda la gente?

TONY: Mejor, que se enteren.

MARCOS: Estás loco.

TONY: Por ella.

MARCOS: ¿Te has parado a pensar en su reacción?

TONY: No estoy pensando, estoy siendo.

MARCOS: Sí. Egoísta.

TONY: ¿Y qué harías tú?

MARCOS: Morderme la lengua y olvidarme del asunto.

TONY: Vamos, que te rendirías.

MARCOS: Yo no he dicho eso.

TONY: Pero es lo mismo.

MARCOS: Sobre todo no me haría daño.

TONY: El daño lo tengo dentro. Y quema.

MARCOS: Pues aún puede que te arda.

TONY: ¿Por qué?

MARCOS: Por cosas que no sabes.

TONY: ¿Como cuáles?

MARCOS: Sergio.

TONY: ¿Qué?

MARCOS: Creo que están juntos.

TONY: Marcos, no me jodas.

(3- STOP → UNO DE LOS PERSONAJES LLEVA A CABO UNA ACCIÓN FÍSICA ELOCUENTE)

MARCOS: ¿Qué esperabas?

TONY: ¡Me cago en la puta!

(TONY enfadado golpea una mesa y tira un par de sillas. Se gira, retrocede de nuevo a la mesa y coge una estatuilla de bronce que hay encima.)

MARCOS: ¿Qué haces?

TONY: Le voy a abrir la cabeza en cuanto entre por esa puerta.

MARCOS: Tony, necesitas ayuda.

TONY: No, Marcos. Lo que necesito es que por una vez en mi puta
vida las cosas me salgan bien. Necesito comprobar que todos
los esfuerzos que hago sirven para algo. Porque estoy
cansado de ser siempre el que pierde. Estoy hasta los
cojones de que en el último momento alguien se apunte los
méritos. Y si hoy tengo que ensañarme con Sergio para
cambiar las cosas, no pienso retenerme.

(4- STOP → UNO DE LOS PERSONAJES AMENAZA SERIAMENTE CON IRSE PERO NO LO HARÁ)

MARCOS: Vas a convertir su cumpleaños en un funeral.

TONY: Es que aquí ya hay un muerto.

MARCOS: Pues que no aumente la cuenta.

(MARCOS se dirige hacia la puerta de la izquierda con intención de marcharse.)

TONY: ¿Adónde vas?

MARCOS: A avisarles de que no vengan.

TONY: ¡Espera!

(TONY deja la estatuilla en la mesa y se dirige corriendo hacia la puerta.)

MARCOS: ¿Qué?

TONY: No puedes hacerme esto. Llevo meses esperando este día.

MARCOS: Entonces prométeme que te vas a relajar.

(5- STOP → UNO DE LOS DOS PERSONAJES REPITE RÉPLICAS ANTERIORES DEL OTRO PERSONAJE)

TONY: No sé si podré. Pero no quiero acabar mal contigo.

MARCOS: Hay ciertas fronteras que dos personas como nosotros no deberíamos traspasar.

TONY: No, tienes razón. Y sé que haces esto principalmente por mí.

MARCOS: Por ella.

TONY: ¿Por mi hermana?

MARCOS: Hermanastra.

TONY: ¿A qué viene eso ahora?

MARCOS: Mira...

(6- STOP → DEJAMOS LA RÉPLICA ANTERIOR DONDE ESTUVIERA Y AÑADIMOS PUNTOS SUSPENSIVOS. LA RÉPLICA SIGUIENTE DEL OTRO PERSONAJE ES “¿SABES CUÁL ES TU PROBLEMA?”)

TONY: ¿Sabes cuál es tu problema?

MARCOS: Sí.

TONY: Que nunca dices lo que sientes.

MARCOS: No.

TONY: Vas con una máscara puesta por la vida. Eres el señor de la
apariencia. Piensas que de esa manera vas a hacer las cosas
bien, que los demás lo van a apreciar... pero no te das
cuenta de que lo único que consigues es hacer más daño.

MARCOS: No estoy yo tan seguro.

TONY: ¿De qué?

MARCOS: De que si dijera lo que siento te hiciera menos daño.

(7- STOP → LICENCIA DRAMATÚRGICA. LOS PERSONAJES SE CONGELAN. CESA SU INTERACCIÓN Y SE ESCUCHA VOZ EN OFF O UN FOCO ILUMINA A OTRO PERSONAJE, C. EN CUALQUIER CASO, NADIE ESCUCHA LO QUE SE DICE. A Y B NO SON CONSCIENTES. PUEDE SER UNA EMANACIÓN SUBJETIVA O UN HECHO OBJETIVO QUE HA OCURRIDO.)

(Cambia la luz. TONY y MARCOS se quedan congelados. Se ilumina a IRENE en el otro extremo.)

IRENE: Lo siento, Marcos. No sé qué decir... supongo que me ha
pillado por sorpresa y no tenía las palabras precisas. Lo
último que quiero es hacerte daño. Eres una persona muy
importante para mí. Y para Tony. Siempre has estado ahí y no
te mereces pasarlo mal. (Silencio.) ¿Puedo pedirte
un favor? Sé que no estoy en situación de hacerlo, pero...
me gustaría que no le dijeras a nadie lo que te he contado
de Sergio. Ni siquiera a Tony. De momento preferimos que no
se sepa. (Silencio.) Gracias, Marcos. Sé que puedo
confiar en ti. Lo siento otra vez...

(8- STOP → CONTINÚA EL DIÁLOGO Y VEMOS DE QUÉ MANERA INFLUYE EN LA ESCENA EL MONÓLOGO DE C)

(Vuelve a cambiar la luz. TONY y MARCOS se descongelan.)

TONY: Podrías probar a hacerlo. Por una vez en tu vida.

MARCOS: ¿Y ver de nuevo cómo pierdes la cabeza?

TONY: Si tú haces un esfuerzo yo lo haré también.

MARCOS: No eres el único que tiene algo dentro que le arde.

TONY: ¿Irene?

MARCOS: No hay otra...

(Silencio.)

TONY: ¿Desde cuándo?

(9- STOP → UNO DE LOS DOS LE DA AL OTRO ALGO O LE HACE ALGO Y SALE DE ESCENA. ÉSE ES EL FINAL DEL TEXTO.)

MARCOS: Desde siempre.

TONY: ¿Tanto?

MARCOS: Y más...

(Silencio.)

TONY: Lo siento.

MARCOS: Hace dos días se me derrumbó el mundo. No puedo continuar así.

TONY: Ni yo.

MARCOS: ¿Y qué hacer?

(TONY se acerca de nuevo la mesa, coge la estatuilla, se la da a MARCOS y sale por la puerta de la derecha.)

(Oscuro.)

lunes, 24 de noviembre de 2008

Perfil de Edward Bloom

En clase de Crítica Teatral cada alumno ha tenido que crearse un pseudónimo para firmar sus artículos. Lo primero que hicimos fue escribir el perfil de ese pseudónimo, plasmando en él algunas de nuestras características, deseos, sueños, peculiaridades o desvaríos de la imaginación. Os presento a Edward Bloom:


Lo azaroso del destino quiso que naciera en la ciudad de Espectro el 6 del 6 de 1970, debido a lo cual el 6 del 6 de 1976 cumplió 6 años. Fuente de inagotable imaginación, creador de objetos imposibles, inventor de juegos absurdos y con las venas cargadas de fantasía pronto se labró una fama de chico extraño entre sus familiares, compañeros y vecinos, lo cual le sumió en la más profunda de las soledades. Refugiado en las historias que su propia mente creaba tocó fondo el 6 del 6 de 1986, cuando en su decimosexto cumpleaños descubrió que ya no era capaz de distinguir la realidad de la ficción. Esta faceta personal fue catalogada por la gran mayoría de trastorno y por unos pocos de magia y fortaleza de espíritu. Entre los escasos integrantes de este último grupo se encontraba Sandra Templeton, con la que acabó contrayendo matrimonio el 6 del 6 de 1996, justo el día en el que sus ojos veían 26 primaveras. Fue ella la que incitó a Bloom a dar a conocer su obra al resto del mundo, catalogándolo como “talento que debe ser mostrado”. Unos meses más tarde las historias de Bloom inundaron los estantes de las librerías, las páginas de internet, las pantallas de los cines y las bocas de muchos padres que ejercían la labor de improvisados cuentacuentos, función que el propio Bloom desarrollaba con cada uno de sus 6 hijos. El 6 del 6 de 2006, a la edad de 36 años, fue galardonado con el premio “Dreamy”, el cual no sólo supuso el reconocimiento que Sandra tan desesperadamente buscaba para su esposo, sino una suma ingente de dinero que fue invertida de inmediato en sacar a la luz numerosos juegos, entretenimientos e ideas que Bloom tenía en la trastienda de su inventiva. En la actualidad vive en una apartada isla con su mujer y sus hijos, dedicado de pleno a la escritura de nuevas historias y a la creación de disparatados ingenios. Se prevé que la publicación de un compendio de sus distintas obras y elucubraciones vea la luz el 6 del 6 del próximo 2016, coincidiendo con el cuadragésimo sexto aniversario de su nacimiento.

Primera Acotación

(Una habitación color garbanzo con sus paredes repletas de posters. Al fondo a la izquierda se observa una puerta blanca de aspecto antiguo. En primer plano, una cama cuidadosamente hecha con un edredón nórdico de funda azul. En el lado derecho, se intuye una ventana tapada por dos largas cortinas rojas de aspecto bohemio que se acaban perdiendo detrás de una mesa de madera del Ikea. Un chico de unos 28 años se encuentra sentado ante ella tecleando en su ordenador bajo la tenue luz de un flexo de oficina. Suspira. Por unos instantes se muestra dudoso abriendo y cerrando compulsivamente ventanas del explorador hasta que finalmente se decide. El chico crea un blog donde piensa plasmar todos los aspectos interesantes de su aprendizaje, de su trabajo y de su opinión, confiando en que sirva de lugar de encuentro para que muchas otras personas comenten también sus ideas y compartan sus inquietudes, sus gustos y sus pensamientos. El chico cierra el portátil y se tumba en la cama con un libro entre sus manos.)